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¿Te sueles repetir frases del estilo “Si no voy al gimnasio esta tarde soy un/a vago/a “, “No conseguiré nada si no estudio toda la tarde sin parar” “Debo dejar de comer desde ya para llegar a la operación bikini”…? Si te resuenan estas palabras de autoexigencia, sigue leyendo este artículo.
¿Qué significa ser autoexigente?
La conducta autoexigente se vincula a ciertas acciones a las que les siguen determinadas consecuencias deseadas que se consiguen a través de un gran esfuerzo. Debido a la consecución de una tarea ardua, nos acercamos a grandes cantidades de presión, cansancio, hastío… sumado a la demora que supone la obtención del beneficio esperado (por ejemplo: el cuerpo que deseamos o aprobar una oposición).
Por otro lado, vivimos en un entorno altamente competitivo en el que se castiga la falta de productividad y se premia el “dejarse la piel” y el “poder con todo”. Podríamos decir que la autoexigencia está premiada socialmente. Por ello, a la hora de perseguir una meta cuya recompensa se obtiene a largo plazo, el proceso seguido hasta alcanzarla deja a la persona exhausta.
Además, cuando vamos avanzando en el camino hacia nuestras metas a largo plazo, es difícil ir reconociendo este progreso, quizá porque no es fácil medir los avances, quizá porque las expectativas son muy altas en la rapidez de alcanzarlo…La persona autoexigente no se premia a sí misma, creando cada vez objetivos más altos e irrealistas. De ahí que la persona se ponga en contacto con mayor estimulación desagradable (críticas, castigos, sacrificio, esfuerzo, perseverancia…). Esto suele reflejarse a través de frases del estilo “no veo los resultados”, “estoy perdiendo el tiempo” o “esto no sirve para nada”.
¿Merece la pena condenarnos a este tipo de autoexigencia?
¿Te has parado a pensar en el coste de exigirte tanto a ti mismo/a?
Vamos a analizar algunas de las consecuencias para tu vida si sueles ser tu “voz más crítica y exigente”, pues en ocasiones, la autoexigencia es como un tirano:
- Nuestro lenguaje es desagradable (a veces violento). Nuestro discurso interno se basa en criticar y localizar los aspectos únicamente negativos, y esto conlleva la disminución de nuestra autoestima.
- Solemos hablar en imperativo o a través de frases del estilo “Debo”, “Tengo que”, “no me puedo equivocar”… En estos casos, las expectativas se vuelven una obligación y, en lugar de crear motivación, solemos entrar en experimentar altos niveles de presión.
- Nuestras expectativas son irreales o inalcanzables: a través de la perfección pensamos que conseguiremos el éxito y huimos del mínimo error. Aquí también suelen estar presentes las expectativas de los demás, pues perseguimos agradar a otros descuidando nuestros valores, y a esto le seguirá la insatisfacción.
- Perseguimos un perfeccionismo insano que, en los casos más graves, conduce a estrés y ansiedad. Así las personas autoexigentes basan su valía en función del éxito y los logros alcanzados.
- Mayormente nos fijamos en lo que hacemos mal, nuestros fallos, y no en nuestros logros. A pesar de hacer algo bien, si tan siquiera tenemos un fallo tenderemos a repetirlo y exagerarlo de forma destructiva. Asimismo, puede ocasionar un miedo al fracaso limitante que puede llevar a conductas de procrastinación.
¿Deberíamos entonces eliminar de una vez por todas esta marcada autoexigencia?
Un momento. Pasemos a analizar bien.
En el fondo, a través de la autoexigencia perseguimos el progreso y ser “el/la mejor” en lo que hacemos.
¿Qué intención hay detrás de la autoexigencia?
Hemos de recordar que nuestra intención en un principio es positiva. La autoexigencia busca la mejora personal, quiere que seamos “los mejores”.
No obstante, mayormente nos equivocamos en la forma, en perseguir la “perfección”, en el método que usamos para exigirnos, en la presión autoimpuesta a través de la agresividad y el enfado con nosotros/as mismos/as… y acabamos provocando un conflicto interno y en ocasiones externo.
Hacia una autoexigencia constructiva
Para que podamos progresar y alcanzar nuestros particulares objetivos, necesitamos considerar de qué forma y con qué lenguaje nos pedimos (o exigimos) realizar ciertas conductas.
Para conseguir crecer personalmente, será necesaria una voz cuidadosa y un “buen líder” que nos guie a lograr nuestra mejor versión y desarrollar nuestras capacidades.
¿Qué hacer para tener una autoexigencia constructiva?
A continuación, resumimos algunas de las claves que pueden acercarnos a ser nuestro propio “buen líder” y manejar la autoexigencia hacia la persecución del crecimiento personal y la superación de nuestras metas:
- Lenguaje respetuoso y afectuoso. Será fundamental ser asertivo/a, más aún en momentos en los que cometemos los inevitables “fallos”. Por ello, a través de una autoexigencia constructiva sale a la luz nuestra capacidad de reparar los errores o simplemente aceptarlos y continuar en caso de no poder remediarlos.
- Aprendemos de los errores. En la línea de lo anterior, utilizamos el fallo en pro de mejorar nuestras capacidades y aprender de él (contrario a castigarme por él y dejarme llevar por los estados de tristeza, rabia y frustración que en ocasiones suponen equivocarse).
- Intentamos ser jueces externos y observadores de nuestras conductas, esto es, no detectamos exclusivamente lo “malo” que hemos hecho, sino de forma objetiva, analizamos las circunstancias.
- Ajustamos las expectativas a la realidad: nos centramos en el “paso a paso” o los escalones que nos harán llegar a la cima. Lo ideal es crear retos que nos inspiren y veamos como oportunidad de superarnos. Todo esto se sustenta en una planificación adecuada de nuestras metas (objetivos realistas, lugar a imprevistos, descansos, ocio, recompensas…).
- Analizamos la motivación que subyace a nuestras conductas (el para qué estoy haciendo esto, los beneficios que obtendré a través de mi costoso esfuerzo). No necesitamos la crítica y la presión en exceso para empujarnos a conseguirlo, sino que la motivación vendrá de la mano de ladisciplina, la rutina y el control de nuestro contexto. Algunos ejemplos de esto último serían tener una mesa de trabajo que nos transmita calma, ir al gimnasio con un/a amigo/a, ir al cine tras mi tarde de estudio…
- Somos conscientes y valoramos los logros. Será necesario felicitarse por lo conseguido, mejorar aún más nuestras capacidades, y desarrollar nuestro potencial.
- La exigencia está reñida por una disciplina saludable y no por exprimirnos sin límites. La clave será dar lo mejor de nosotros/as mismos/as y aumentar el número de probabilidades de conseguir lo que deseamos, pero conociendo que forzarnos hasta la extenuación solo puede traernos desventajas a nuestra salud.
- Compararnos con nosotros mismos y no con otros. Es ideal ser conscientes de nuestros recursos y virtudes para ir superando la versión que hemos sido y acercarnos hacia la que nos gustaría. No sería justo crear comparaciones y diferencias con respecto a los demás, pues cada persona es única y construye su propio camino.
- Sentirnos satisfechos con nuestro trabajo y disfrutar el día a día. Es evidente que al perseguir un objetivo costoso están presentes sentimientos desagradables como la frustración, la impotencia o la perseverancia. No obstante, aprender a gestionar nuestras emociones será fundamental para no dejar de lado la satisfacción del proceso recorrido, y que nuestro bienestar no dependa únicamente de los resultados. El mindfulness puede ser una buena práctica que te animamos a practicar.
Y nosotras… ¿Qué solemos trabajar en terapia?
Finalmente, nos gustaría que conocierais algunos de los objetivos terapéuticos que nos planteamos en sesión, siempre teniendo en cuenta el análisis de la conducta de la persona particular.
1.Clarificar los ámbitos de tu vida en los que denota una autoexigencia destructiva.
2. Identificar nuestros pensamientos y cuestionarnos su veracidad y utilidad de forma que sean nuestros aliados y aprendamos a relacionarnos de forma sana con nuestra mente.
3. Practicar el autorrefuerzo, felicitarte, darte descansos y valorar tus logros.
4. Acercarte hacia una autoestima sana en la que conozcas tus virtudes y límites y podamos clarificar tus objetivos de manera realista.
5. Aprender técnicas asertivas posibilitará que te desenvuelvas mejor en tu entorno y contigo mismo/a y en la expresión de tus necesidades respectando las de los demás.
6. Gestionar tus emociones adecuadamente. Reconocer y nombrar lo que nos sucede, aprender a expresarlo, canalizarlo y tener sensación de manejo en lo que se despierta en nuestro cuerpo y mente.
¿Sientes que la autoexigencia te guía hacia el perfeccionismo, la tensión constante, la ansiedad y la desmotivación? ¿Crees que ha llegado el momento de construir una autoestima que te acerque a tu crecimiento personal, social, académico, laboral…? Puedes concertar tu primera cita en el apartado contacto de Clínica de psicología Psilex. Estaremos encantadas de poder ayudarte.