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¿Qué es el bullying?

Bullying

Tiempo de lectura: 10 minutos

¿Sabías que hoy es el día internacional contra el acoso escolar o bullying? El concepto de Bullying es relativamente moderno. Fue popularizado por el psicólogo noruego Olweus en 1983. Para Olweus, el bullying o el maltrato entre iguales es una conducta de persecución, tanto física como psicológica, que realiza un alumno/a contra otro/a de manera repetida. Esta conducta es intencionada y pone en un lugar de indefensión a las víctimas del que, difícilmente, pueden salir por sus propios medios.

Pero el problema del acoso escolar ha estado presente históricamente en las relaciones entre iguales en el entorno escolar, tanto dentro como fuera de las aulas. Hoy en día contamos con más conciencia y sensibilidad sobre el problema y sobre las consecuencias en la salud emocional, física y psicológica sobre las víctimas. La falta de recursos para contenerlo y prevenirlo ha hecho del Bullying una actividad a menudo, “oculta”, evadida, tolerada o silenciada en muchas instituciones(Andrade, Bonilla y Valencia, 2011). Este factor que se apoya en “la ley del silencio”, puede ser uno de los responsables de reforzar el comportamiento de hostigamiento en los acosadores.

El bullying es una conducta agresiva intencionada de un compañero/a a otro/a. Una forma de abuso que se genera de manera desproporcionada, ya que la víctima no es capaz de defenderse por sí misma.

Bullying: Violencia física y/o psicológica

A pesar de lo que popularmente se pueda pensar, la violencia psicológica y hostigamiento son mucho más prevalentes y tienen consecuencias negativas que perduran en el tiempo. Estas conductas se trivializan más por no tener secuelas físicas. Las agresiones físicas, que entrarían dentro de la violencia visible y aparente, son al mismo tiempo las menos frecuentes y lesivas (Piñuel y Cervera, 2016).

Entre los comportamientos más abundantes en el bullying, encontramos: llamar a la víctima por motes, no hablarle, reírse de él o ella cuando comete un error, insultos, contar mentiras sobre él o ella, burlarse de su apariencia física, no dejarle jugar con el grupo y excluirlo socialmente, chillarle y gritarle, imitarle como forma de burlarse de su comportamiento o de su manera de expresarse, pegarle collejas, puñetazos y patadas, no dejarle hablar, esconder sus cosas personales, ponerle en ridículo delante de los demás, etc.

Como podemos comprobar, existe una amplia gama de violencia psicológica (violencia invisible) que pasa más desapercibida a pesar de que sus secuelas son más dolorosas y prolongadas en el tiempo.

El objetivo del bullying: Como el acoso escolar encuentra su camino

El acoso escolar busca intimidar, amedrentar, someter emocionalmente a un compañero/a para satisfacer la necesidad de dominar, someter, agredir y destruir a los demás que pueden presentar los acosadores como patrón predominante de relación social con los demás. A menudo, el niño/a que pone en marcha conductas agresivas de hostigamiento y violencia hacia sus iguales busca obtener un reconocimiento y una atención de las que puede estar careciendo, y así perfecciona un aprendizaje de un modelo basado en el menosprecio y la exclusión de los demás (Piñuel y Cervera, 2016).

Pero, a estas conductas por parte del agresor se suman otros requisitos que ayudan a que la violencia se agrave y se perpetue en el tiempo. Uno de estos requisitos es el grupo de compañeros/as que se suman a la conducta del acosador, bien como meros observadores que se mantienen en silencio y no hacen nada como forma de protegerse ante los potenciales ataques del acosador o como actores activos que acompañan al acosador en sus conductas de violencia y hostigamiento. A este mecanismo se le llama: Chivo expiatorio.

Bullying: Mecanismo de chivo expiatorio

El chivo expiatorio es un fenómeno social y psicológicoque resulta esencial para entender la manera en la que se inician y desarrollan todas las formas de acoso psicológico, como en este caso, el acoso escolar.

El chivo expiatorio es un mecanismo por el que la persona, grupo o sociedad hace un desplazamiento de la violencia sobre una víctima, que en este caso sería considerada el chivo expiatorio.

La violencia comienza de uno contra uno, y desde el momento en que no se visibilizan las consecuencias de esta conducta, el grupo tiende a unirse como forma de mimetizarse, de manera, que cualquier persona que salga en defensa de la víctima, puede convertirse en una nueva víctima, lo que acaba convirtiéndose en una especie de “ley de la selva” en la que “estás con nosotros o contra nosotros”. Ante este panorama y como forma de obtener el menor daño posible, el resto de compañeros, a menudo, deciden unirse al bando hostigador.

El chivo expiatorio es el “contenedor” de todos los males del grupo de acosadores, es el “causante” de todas las frustraciones de sus compañeros.

Este mecanismo, a menudo, ocurre por debajo de los umbrales de la conciencia. Con este fenómeno trasladamos a otra persona (más vulnerable y sin recursos para defenderse) nuestros sentimientos más incómodos, como, por ejemplo: la frustración, la culpa, vergüenza, inseguridad, envidia, etc.Así, la persona no tiene que hacerse cargo de estos sentimientos obteniendo así una sensación de alivio.

Otro factor que ayuda a que la violencia y acoso escolar sigan su curso es: el error básico de atribución

Bullyng: El error básico de atribución

El error básico de atribución es un mecanismo por el cuál se simplifica la realidad y un error o sesgo de pensamiento que distorsiona la realidad, en el que se sobreestiman los factores personales y se resta importancia a los situacionales. En conclusión, es una manera de responsabilizar a la víctima y restar importancia al contexto.

El error básico de atribución es un factor que está presente en los procesos de victimización. En el caso del acoso y violencia escolar o Bullying, sería el proceso por el cual los profesores, cargos escolares, padres, familias, orientadores tienen la tendencia de atribuir a la víctima la responsabilidad de lo que ocurre, en su forma de actuar, sus rasgos de personalidad, su contexto familiar y social, la manera en la que se comporta, etc. Este proceso, al igual que el de chivo expiatorio, en muchas ocasiones, también opera por debajo de los umbrales de la conciencia.

Es importante recordar que cuando se sufre una violencia de manera sistemática hacia un niño, en este caso, se debe proceder a su protección inmediata, independientemente de sus características personales, su relación familiar o sus rasgos personales.

Este tipo de mecanismos no hacen más que reforzar el aprendizaje agresivo de los acosadores y perpetuarlo, ya que, a menudo la impunidad con la que se trata el tema es el campo de cultivo para que los agresores continúen con ese mismo comportamiento.

Con este panorama, se retroalimenta una visión del mundo para los niños/as en el que “o eres la víctima o eres el verdugo”, “o eres el fuerte o eres el débil” “o pegas o te pegan”, una visión dicotomizada y distorsionada de la realidad. De ahí, que no sea de extrañar, que en muchos estudios longitudinales (Olweus, 2003), se observe que muchos niños y niñas que acosan actualmente han sido víctimas de malos tratos o del abandono físico o emocional por parte de sus familias.

Bullying: El acoso escolar y su relación con los Estilos de Apego

El apego es el vínculo afectivo que se crea en cualquier relación: familiar, social, sentimental y laboral. El primer vínculo de apego que creamos las personas nace en el seno familiar, en definitiva, con nuestros padres o cuidadores.

La teoría del apego fue formulada inicialmente por Bowlby (1979) y se centra en los procesos a través de los cuales los niños y niñas desarrollan sentimientos de confianza en la protección paterna y/o adulta. Según Bowlby, esta forma de funcionar interna continúa influyendo en el desarrollo del niño/a y en su conducta con respecto a las relaciones con el resto a través de su vida (Magaz, Chorot, Sandin, Sante y Valiente, 2011).

Bullying: la relación con los Tipos de Apego

En la teoría de los Apegos encontramos 4 tipos de apego: seguro, evitativo, ansioso y desorganizado.

Apego seguro:

Este tipo de apego se caracteriza por la aceptación incondicional. El niño/a ha aprendido que su cuidador/a va a estar ahí cuando lo necesite, se siente querido, aceptado, apoyado y valorado. Los niños/as con este tipo de apego se relacionan con el entorno mediante la confianza y no tienen miedo a unirse de manera íntima a otras personas.

Apego Ansioso:

Con este vínculo, el niño/a siente o percibe que no puede confiar en sus cuidadores, lo que genera una sensación de inseguridad, ya que a menudo, sus cuidadores están y en otras ocasiones no están. Esta relación genera emociones de miedo y angustia. La forma de vincularse con el mundo y con los demás va ser poco relajada y de manera ansiosa por miedo a que el resto se distancien de él o ella, ya que esto es una señal de un posible abandono. En la edad adulta, este tipo de apego puede desencadenar en relaciones de dependencia emocional

Apego Evitativo:

En este tipo de vínculo, el niño/a acaba aprendiendo que no puede contar con sus cuidadores, ya que su conducta no ha generado la sensación de seguridad que el niño/a necesita. En la edad adulta, a estas personas se las percibe como autónomas e independientes, y aunque parezcan personas autosuficientes, en el fondo esto les provoca un gran sufrimiento. A la hora de relacionarse mantienen distancia emocional con sus parejas, por ejemplo.

Apego desorganizado:

Este tipo de apego es una mezcla de los dos anteriores: ansioso y evitativo.

Son niños y niñas que han crecido en el seno de una familia dónde están presentes las conductas negligentes, de abandono (físico, psicológico y emocional), de abuso (físico, psicológico y emocional) y de inseguridad. De adultos se vinculan o relacionan desde dos extremos: rechazan las relaciones, pero son su mayor anhelo. En las relaciones de pareja serían el claro ejemplo de “ni contigo ni sin ti”.

En un estudio llevado a cabo por Magaz, Chorot, Sandin, Santed y Valiente (2011), que estudia la relación entre el acoso escolar y el tipo de apego surgieron varias observaciones:

  1. Las correlaciones entre el tipo de apego ansioso y el acoso escolar son positivas (es decir, este tipo de apego es un factor de vulnerabilidad a la hora de ser víctima de acoso), mientras que con el apego seguro son negativas.
  2. Las formas de apego seguro y evitativo no predicen el riesgo de los adolescentes a ser víctimas de acoso
  3. Con respecto al apego evitativo, algunos estudios hacen referencia a una asociación con las conductas de acoso. Mientras el apego ansioso parece relacionarse con comportamientos de internalización de la agresividad, el evitativo lo hace más con comportamientos de externalización (la violencia hacia fuera).
  4. En este estudio no se tuvo en cuenta el apego desorganizado.

Esto pone en evidencia la importancia de las relaciones de socialización primarias que tienen los niños con sus progenitores o cuidadores y las consecuencias de estas relaciones.

Bullying: consecuencias y daños psicológicos

La consecuencia negativa más prevalente en los niños/as acosados es el síndrome de estrés postraumático junto con la depresión y la baja autoestima. Le siguen la ideación suicida, cuadros clínicos de ansiedad, presencia de somatizaciones y un autoconcepto y autoimagen negativas.

Hay una serie de síntomas del TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático) en niños/as y adolescentes que, a menudo se relacionan con el acoso escolar: llanto, alteraciones en el sueño, terrores nocturnos, miedo a la soledad, alteraciones conductuales y cognitivas (falta de concentración, problemas de memoria, dificultad para tomar decisiones), aislamiento social, absentismo escolar, bruxismo, alteraciones en la conducta alimentaria, aparición de rituales, etc.

Con respecto a los síntomas asociados a cuadros depresivos o de distimia, asociados al acoso y violencia escolar, encontramos los siguientes: tristeza y lloriqueo con facilidad, pérdida del interés por los juegos y el colegio, alejamiento de amigos y familia, comunicación escasa, se cansan y aburren con facilidad, se muestran más irritables, sensibles ante el rechazo o las críticas, muestran quejas constantes de dolores de cabeza y de estómago, hablan de suicidio, de escaparse de casa, comen demasiado o muy poco, etc.

Con respecto a los daños en la autoestima, el autoconcepto y la autoimagen, los insultos y juicios de valor negativos sobre sí mismo afectan a la víctima de manera que el niño/a empiezan a internalizar estos juicios.

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