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La navidad, el retorno al hogar
La navidad suele ser una época de regreso al hogar, a ese lugar seguro que proporciona confort y calidez. Ese dejarse abrazar y querer y sobre todo de poder compartir con los más allegados experiencias que tienden hacia las emociones más agradables.
Reencontrarse con los primos/as, que llevas tiempo sin ver, volver a recordar anécdotas de la infancia con una connotación nostálgica y tierna o juntarte con los amigos/as de siempre para observar como vuestras vidas han cambiado, pero la esencia de vuestra unión se mantiene intacta. Esta imagen de familia ideal promovida y alimentada también por los típicos anuncios navideños y las películas que se orquestan en base a esta temática no suelen mostrar los desacuerdos, conflictos y heridas que pueden llevar tiempo abiertas entre algunos miembros de la familia.
Por eso, a veces, volver al hogar se puede convertir en una situación de supervivencia por estos conflictos familiares, confilictos abiertos o permanentes con algunos miembros de la familia y, entonces la navidad no sabe tanto a calidez y a confort y tiende más a activar emociones más desagradables de lo que desearía la persona. Por no hablar de las emociones contradictorias que conllevan no sentirse en ese estándar de familia ideal que nos venden por activa y pasiva.
También contamos con el estrés añadido de estas fechas; como pueden ser los preparativos de las cenas, las compras añadidas, la preparación de los regalos y la gestión de los días de fiestas y los laborales con sus viajes correspondientes.
Es una época que puede elevar la intensidad de algunas emociones, los nervios de que “todo” salga bien, la “obligación social” de que todo esté impregnado de un ambiente de felicidad e ilusión, etc. Todas estas expectativas también pueden generar cierta ansiedad o agobio en muchas personas.
El hogar: Lugar seguro o lugar de supervivencia
Como ocurre con otras construcciones sociales, la familia también está impregnada por muchos mitos sociales y culturales que crean desasosiego cuando las cosas no pasan como “se supone” que deberían de ocurrir.
Mitos como “en la familia vale todo” o “la familia es lo primero” y “en la familia se perdona todo” o “la familia debe estar unida, pase lo que pase” han generado a lo largo de los años muchas situaciones en las que las personas se ven obligadas a mantener una postura sumisa ante algunos ataques por parte de otros familiares o, en el extremo contrario, que otras personas de la familia se crean con la potestad de decidir o entrar en una lucha de poder dónde está acostumbrada a ganar en cualquier conflicto.
En cualquier relación interpersonal (incluso intrapersonal) existe el conflicto, es algo ineludible a la naturaleza humana y la familia no iba a ser una excepción. A veces, en estos conflictos las personas afectadas deciden poner de su parte para poder llegar a un acuerdo y otras veces no es así, bien porque la manera de percibirlo es diferente y no se está dispuesto a cambiar de opinión ni intentar entender las razones de otra persona o, bien porque esos mitos familiares pesan en la mente de las personas como una losa.
Navidad y autocuidado
Ya sabemos que, a veces, querer a una persona y entender que estar mucho tiempo con ella no nos hace bien, no son posturas contradictorias. Las situaciones complejas con vínculos complejos alternan con emociones complejas. Poder entender la situación y cuidarse dentro de un contexto de conflicto puede ser una tabla de salvación en una época como es la navidad.
Por ello, saber retirarse a tiempo siempre es una victoria, reflexionar sobre el impacto que pueda tener en nosotros o nosotras el hecho de estar más o menos días en un ambiente familiar conflictivo, entender dónde está nuestro límite y que puedo esperar en ese ambiente nos puede ayudar. No podemos pedirle peras al olmo, si una persona sigue una tendencia con creencias más o menos rígidas, que no está dispuesta a mirar el conflicto desde otra perspectiva, evitar entrar en algunos temas controvertidos o temas políticos (o religiosos) que dividen a la familia puede ser una buena meta de salida.
Contamos también con que algún familiar nos diga algo que no nos gusta o con lo que no estamos de acuerdo. En este punto, poder comprender que sigue siendo una opinión que forma parte de las creencias de la persona, de sus vivencias y entorno cultura en el que ha vivido nos puede facilitar el hecho de no tomarnos el comentario a lo personal. Poner límites y expresar un “no me apetece hablar sobre ese tema en este momento” o un “me gustaría que pudiéramos hablar sobre otra cosa” también puede ser una buena estrategia.
Desmitificando los mitos sobre la navidad
La navidad: una época más
La navidad solo es una época más, un tanto edulcorada, en la que pasamos más tiempo con la familia. Esto quiere decir, que la navidad no es el problema en sí y que esos conflictos no nacen de la navidad, sino que ya estaban ahí y que en estas fechas hay más probabilidades de que afloren por las reuniones familiares.
De la misma manera que los conflictos no se originan en navidad, probablemente tampoco se solucionen en navidad. Poder tomar una postura realista sobre esta época, acercar nuestras expectativas a las evidencias que ya tenemos y poder disfrutar de los momentos que nos brinda (entendiendo que, es probable, que surja el malestar) nos puede ayudar.
Las familias perfectas no existen
La familia sigue siendo una construcción social que genera lazos importantes entre las personas. Como cualquier otra relación entre personas, existen los conflictos, los desacuerdos y diferentes posturas. Por lo tanto, no existe ninguna familia perfecta. Poder entender los diferentes puntos de vista e identificar en qué momentos se producen nos puede ayudar con nuestro kit de supervivencia para estas fechas y sobre todo entender que las opiniones y las creencias tienen más que ver con la persona de la que provienen que con nosotros/as mismas.
Miembros de la familia: diferentes entornos socioeconómicos y culturales
Poder entender los diferentes entornos en los que ha crecido cada miembro de la familia, así como las necesidades que surgieron en cada una de esas épocas nos puede ayudar a entender sus propias posturas y no tomarnos a lo personal sus opiniones sobre nuestra forma de actuar o de comprender la vida.
Hoy en día, tenemos más conocimientos sobre las emociones, pensamientos y las conductas del ser humano. Vivimos en una época en la que la psicología y la terapia empiezan a ser un pilar importante, y tenemos las redes sociales que nos hablan mucho sobre estos temas.
Pero nuestros padres, madres, abuelos y abuelas no tuvieron esta visión, ni esa oportunidad de comprender que hay cosas importantes más allá de trabajar duro o formar una familia. Siguen siendo diferentes posturas y opiniones sobre diversos temas.
Probablemente, nuestra abuela tenga una comprensión de la familia diferente a la nuestra, o tenga muy asimilado el concepto de trabajo duro como una actividad en la que aguantas, no valen las quejas y no se atiende al agotamiento emocional que tantas consecuencias negativas ha traído a nuestros familiares. Nosotros/nosotras, en cambio, empezamos a entender la importancia de escuchar a nuestro cuerpo y entender el descanso como un bien de primera necesidad.
En la familia vale todo…o no
Este mito familiar recuerda mucho al típico mito del amor romántico “el amor lo puede todo” del que tanto se está hablando hoy en día. No, el amor no lo puede todo y el amor no es suficiente. Ya que no importa si hay amor, pero no hay respeto ni honestidad. El amor solo es una semilla, y como toda buena semilla se tiene que cuidar. Los ingredientes para cuidarlo tienen mucho que ver con la responsabilidad afectiva, la honestidad, la comunicación asertiva, la confianza, la comprensión, entre otros.
La familia, como toda relación que se construye entre personas, es una construcción que merece el mismo cuidado. El “todo vale” sigue generando relaciones en las que el maltrato y el abuso emocional (psicológico o físico) se da por válido en pro de la familia. Así que no, en la familia no vale todo, como no lo vale en la amistad, como no lo vale en nuestras relaciones laborales y como no lo vale en nuestras relaciones más íntimas.
La familia es lo primero…o no
La familia la crean las personas. Así que parte del bienestar de cada uno de sus miembros. La familia es una red de apoyo en la que sentirte protegido cuando las cosas se ponen feas, pero poder entender que las personas que queremos y nos quieren a veces no son nuestra mejor red de seguridad y que eso no significa mejor ni peor, simplemente hay personas que nos van a entender y comprender mejor que otras.
No seguir con los estándares establecidos de la familia, ni con las creencias intrínsecas de la familia no es algo malo. Recordemos que cada ser humano nace en una época diferente, con un contexto diferente y unas creencias diferentes y a veces diferenciarse de esas creencias y buscar las propias es un buen camino hacia el autoconocimiento y el desarrollo de valores de cada persona individual. Las diferentes opiniones suman en diversidad y enriquecimiento de nuestro propio mundo interior.
Conflictos familiares: responsabilidad compartida
No tenemos la responsabilidad completa de lo que ocurre en nuestras relaciones. Debemos contar con un porcentaje del conflicto que no podemos controlar, pero esto, a su vez, nos deja un porcentaje que sí depende de nosotros y de nosotras. Una parcela en la que nosotros/as podemos actuar. Tenemos un 50% de margen de actuación y en ese 50% podemos decidir si seguir en un lugar o retirarnos, si seguir con esa conversación o pasamos a otro tema, etc.
Desmitificando la Navidad
Poder comprender que la navidad es una época más en el año, que empieza y termina, que como ocurre con las cosas de la vida no todo es blanco o negro, tenemos una gama de colores maravillosa que pintan nuestra realidad.
Piensa en una cosa: un árbol de navidad solo es un abeto que nosotros/as como sociedad hemos aprendido a adornar, lo maquillamos, le ponemos nuestras mejores bolas, cintas y estrellas, pero una vez acaba la navidad, el árbol sigue siendo un abeto. El concepto de reunión familiar en esta época del año es muy parecido a ese abeto. Seguimos siendo los mismos/as, aunque intentemos adornarnos con altas expectativas sobre la familia, pero cuando acaba la navidad seguimos siendo un abeto que ha crecido en un entorno determinado. Disfrutemos de esos adornos que le ponemos a nuestro árbol, sin perder de vista que, con o sin adornos, el árbol es un abeto.
¡Feliz Na-VIDA-d!
¿Te sientes identificad@ con la lectura? ¿Experimentas estos conflictos familiares tan frecuentes en la época navideña? Contacta con Clínica de Psicología Psilex, estaremos encantadas de atenderte.