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¿Sientes culpabilidad si no vas al gimnasio? ¿Haces deporte con la previa idea de quemar calorías? ¿Disfrutas del ejercicio físico en tu día a día?

Estas son algunas preguntas que guían la función de tu conducta y que nos dará mucha información sobre tu vínculo con el deporte y el impacto en tu salud psicológica.
En un reciente artículo comentábamos la unión entre actividad física y bienestar físico y emocional; no obstante, existen excepciones que se hace innecesario en el estudio del comportamiento humano tener en consideración.

En la actualidad vivenciamos ciertas tendencias, muchas veces movidas por la industria de la belleza y el capitalismo, como podría ser el mundo obsesivo del realfooding, caminar diez mil pasos al día o la variedad de actos rígidos que promueve el “fitness” en general: “cómprate estas zapatillas ultra running crossfit”, “luce estos leggins que realzan tus glúteos”, “sube tus progresos a redes sociales”, “llega pronto el verano y la operación bikini” y un largo etcétera.

Esta sensación de control que nos aportan los números y las reglas sociales y culturales no son más que otra mirada rígida hacia nuestro cuerpo y los cánones sociales impuestos desde hace años.

ejercicio

El ejercicio físico no siempre es saludable

Conectar con esta idea nos ayuda a afianzar los motivos por los que nos calzamos las zapatillas. En otras palabras, debemos analizar qué reglas y aprendizajes sostienen la realización del deporte, qué razones y en qué dirección.

El ejercicio físico no será saludable cuando cree una interferencia en otras áreas importantes de nuestra vida, esto es, en el momento que trae consigo malestar con cierta intensidad y frecuencia. Aquí presenciamos ciertas reglas estrictas en torno a la imagen, la estética, el peso… todo esto suma hacia el camino de la insatisfacción corporal y los problemas relacionados con el peso y la imagen.

Llegados a este punto toca parar y replantearse cuáles son los motivos por los que realizo actividad física.

A menudo no nos gusta la imagen que vemos en el espejo y nos prometen que con ejercicio físico y dieta obtendremos ese “cuerpo deseado” modificándolo a nuestro antojo. Esto es en
parte falso pues existen determinados factores que no dependen exclusivamente de nosotros, como la genética.

No obstante, en los casos en los que voy consiguiendo ese cambio físico, el proceso no siempre nos compensa; esto es, imagina que apuntarte al gimnasio hace que… sí, baje peso, anticipe un
cuerpo más delgado… pero me obsesiono, me culpo el día que no voy, se incrementa mi miedo a engordar, no disfruto de la actividad porque solo busco escapar de sensaciones desagradables.

Así, tendremos la gran asociación de ejercicio y movimiento con un castigo, un sobreesfuerzo…

El problema radica en que realicemos ejercicio con la única finalidad del cambio estético. De esta manera, cuando no mantenemos el hábito del ejercicio físico para modificar tu cuerpo, no se trata de tu falta de “fuerza de voluntad” sino, de “por qué? Dónde? Con quien? Qué actividad?….”

¿Cuáles son tus motivos para practicar ejercicio físico?

Aquí te dejamos unas cuantas sugerencias:

  • Mejor sueño
  •  Diversión
  •  Socializar
  •  La naturaleza
  • Sentirte menos cansado; más energía
  •  Desestresarte
  •  Ver un atardecer
  •  Aumentar tu estado de ánimo

¿Cuáles más se te ocurren a ti?

 

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¿De qué otras formas cuidas tu salud?

En un estilo de vida con comportamientos rígidos, obsesivos o punitivos, cuidar tu salud será parar, esto es, el reposo. En ciertos casos, algunos tratamientos psicológicos mantienen como pauta la no realización del ejercicio físico ¿Te sorprende esto? Imagina el caso de una chica de unos 15 años cuya insatisfacción corporal la lleva a contar constantemente calorías, pesar todo lo que come, deja de asistir a eventos sociales en los que hay presencia de alimentos, duerme lo menos posible porque piensa que estando quieta no está perdiendo peso y sus análisis marcan anomalías físicas. En ciertos casos, será urgente cuidar su salud, manteniendo reposo.

En este punto, toca replantearse qué queremos conseguir con el ejercicio físico y si su
interferencia abarca el tiempo que le dedicas a otras dimensiones valiosas de tu vida.

Claves para mejorar tu relación con el ejercicio físico

A continuación, presentamos ciertas claves que potencian una relación sana con el deporte.

– ¿Qué te gusta realmente? ¿Qué actividad te despierta sensaciones? Esquí, senderismo, baile, pole dance…
– Márcate pasos progresivos: empieza con algo realista y continúa incrementando intensidad, fuerza, duración…
– Sé flexible: “o voy 5 días al gimnasio o no voy” Esto carece de sentido, pues todo suma.
– Busca motivación y motivos: en la compañía, el momento del día que te libere, la zona de tu ciudad que te transmita, la presencia de tu mascota…
– Deja tiempo para otras muchas actividades en tu vida: quedar con amigos, leer, aburrirte…

¿Qué motivos te llevarían a realizar la actividad física que haces? ¿Seguirías haciéndolo si no tuviera cambios en tu aspecto? No dudes en ponerte en Contacto con nosotros a través de nuestro Centro de Psicología Psilex. Estamos aquí para ayudarte.