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En este artículo vamos a aprender a identificar lo conocido como ¨positivismo tóxico¨, ese pensamiento que nos intenta convencer de que todo es posible y que lo que pasa en nuestra vida diaria depende solo de como sea nuestro pensamiento.
EL EFECTO MR. WONDERFUL
“Tú puedes con todo” “Querer es poder” “Si quieres conseguirás todo lo que te propongas” “Sonríe y el mundo te sonreirá” “si piensas en positivo, atraes lo positivo” es lo que se le conoce como positivismo tóxico.
Todos estos mensajes que suenan tan bien y que son el decorado de tazas, libros y eslóganes forman parte de un conjunto de frases y pensamientos tóxicos que, a priori puedan parecer indefensos e incluso hasta motivadores, pero realmente son causantes de grandes dosis de frustración en muchos casos e incluso de alimentar una crítica interna que no ayuda a las personas a afrontar ni a gestionar el malestar de una manera funcional. Forman parte de lo que llamamos como “positivismo tóxico¨.
DIFERENCIAS ENTRE POSITIVISMO Y POSITIVIDAD TÓXICA
De sobra queda demostrada la importancia del optimismo, como tendencia a creer que ocurrirán cosas positivas en un futuro, promueve el bienestar subjetivo, una mejora del ajuste psicológico y las emociones agradables lo que, a su vez, aporta un enfoque idóneo para afrontar las situaciones desde una perspectiva más adaptativa.
También tiene beneficios a la hora de recuperarse de alguna enfermedad y para afrontar y superar eventos traumáticos.
Es decir, está demostrado que el pensamiento optimista o una actitud optimista modulan nuestra percepción e interpretación de las situaciones difíciles. Además, experimentar emociones agradables hace que nuestro foco de atención se amplíe, favorece que nuestra flexibilidad mental y nos permite desarrollar y aprender otros recursos que nos hacen sentir más estables y seguros en la vida.
PERO ¿ES ORO TODO LO QUE RELUCE?
El problema es que se ha llevado este tipo de mensajes a un extremo en el que se ha generalizado, sin tener en cuenta las circunstancias y la amplia gama de grises que conforman nuestras vidas y nuestra sociedad.
El discurso se ha tergiversado de tal manera que hoy en día pueda estar creando una perspectiva culpabilizadora hacia aquellas personas que no están bien. Algo así como “si no estás bien es porque no estás siendo lo suficientemente positivo, entonces no estás bien y el problema eres tú”. Este mensaje puede estar llegando a personas que tienen que luchar con una depresión o trastorno de ansiedad (por poner un ejemplo), dónde ser positivo no va a solventar el problema. Este tipo de mensajes puede estar haciendo que estas personas se sientan peor porque pareciera que si no se curan es porque no están haciéndolo bien.
No podemos tratar la salud mental sin entender la particularidad e individualidad de cada persona, su contexto socioeconómico, familiar y cultural.
No podemos decirle a una persona que tiene un cáncer terminal que no está siendo lo suficientemente positivo y que sino consigue salir de esta situación es porque no está viendo la parte bonita de la situación.
No podemos pedirle a una madre de familia numerosa, viuda y con pocos recursos, que tiene que trabajar 14 horas al día con un sueldo bastante por debajo de lo que el trabajo requiere y de lo que necesita que tiene que encontrar la pasión en su trabajo.
Nuestro contexto afecta a nuestra percepción de la felicidad y por ende, a nuestra capacidad para mantener una actitud positiva. Estamos de acuerdo en que es mucho más factible mantenerse positivo sabiendo que tienes un sueldo fijo a final de cada mes, que además te aporta la posibilidad de tener una vivienda digna, a sentirte “relajado”, etc. Hay estudios que demuestran la correlación directa entre el nivel económico y la felicidad percibida, entonces nos guste o no, la situación económica, cultura y social importa bastante.
PERSPECTIVA REDUCCIONISTA
Concluyendo, podemos decir que el tema es más complejo de lo que, a priori parece y que merece la pena pararse a estudiar y comprender la situación individual de esas personas que tienen una tendencia más pesimista. Para hacer cambios reales, la solución no está en obligarnos a pensar, de manera forzada, positivamente, sino en revisar en profundidad de donde viene ese malestar, dedicando tiempo, recursos y esfuerzo en encontrar, entender esas partes de nosotros mismos.
Es más importante poder entender y aceptar tus estados emocionales desde tu humanidad, fragilidad y variabilidad que forzarse a pensar de manera falsamente positiva.
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