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El Síndrome de la impostora: Algunos estudios

Las investigadoras de la Universidad de Georgia, Pauline Vlance y Suzanne Ines, propusieron el término “síndrome de la impostora” al descubrir qué, gran parte de las mujeres del ámbito académico, percibían sus logros como consecuencia del azar. Observaron que en estas mujeres residía un gran miedo a ser desenmascaradas, al percibirse como poco preparadas con respecto al puesto que ocupaban, como si fueran unas farsantes intelectuales que están acompañadas por un reconocimiento que no merecían, según su propia percepción.

El síndrome de la impostora (o del impostor) no tiene un único género, pero los datos abordan que las mujeres lo sufren en un índice mayor que los hombres (Calvard, 2018), razón por la cuál se suele nombrar más como “Síndrome de la impostora”.

La Universidad de Ilinois inició un estudio para medir como los estereotipos de género relacionados con la capacidad de alto nivel intelectual podrían influir en las niñas, concretamente, a partir de los 6 años. El estudio consistía en relatar una historia sobre una persona con un alto coeficiente intelectual y se observó que los niños y niñas de cinco años no solían asociar este alto nivel intelectual a ningún género, pero qué, a partir de los 6 años, las niñas concretamente, tenían menos probabilidad de asociar a un ser humano muy inteligente al género femenino.

En otra investigación, se les presentaba dos tipos de juegos. El primer juego era para niños/as “muy, muy listos” y el segundo para “niños/as que se esfuerzan mucho”. Una vez más, a los 5 años no había diferencia, pero a partir de los 6 años, las niñas se mostraban menos interesadas por el juego de los “muy, muy listo” y se focalizaban en mayor medida por el juego de “los que se esfuerzan mucho”.

¿Por qué el Síndrome de la impostora afecta más a las mujeres?

El síndrome de la impostora no es algo que tenga que ver con la biología, aunque habrá factores de vulnerabilidad en distintas personas. La cuestión tiene más que ver con el entorno ambiental y la educación recibida.

Las mujeres no han tenido a lo largo de la historia referentes ni ejemplos de mujeres empresarias exitosas, ni escritoras célebres, al menos no en la medida en la que ha podido tenerla el hombre. El proceso de sociabilización de los géneros ha sido diferente a lo largo de los años, y aunque, hoy en día se está avanzando mucho en este camino, aún siguen quedando muchos resquicios de lo que se esperaba de un hombre y de una mujer a ojos de la sociedad y la cultura.

Tradicionalmente a los niños se les ha educado en un ámbito más profesional, más de cara a trabajar fuera de casa, a ser exitosos en sus profesiones, competitivos, fuertes, etc. A las mujeres, sin en cambio, se les ha educado (tradicionalmente hablando) en los cuidados, en la empatía, en las emociones, en la comprensión, en trabajar más dentro del hogar. En realidad no es tanto una cuestión de género, sino de educación y sociabilización.

Teoría de la Atribución y el Síndrome de la impostora

Fritz Heider (1958), identificó un mecanismo llamado “la teoría de la atribución” que nos viene muy bien para explicar un poco este fenómeno.

De manera general, una persona aprende a atribuir los logros que consigue y sus éxitos a una causa interna, por ejemplo: He sacado una buena nota en el examen final porque he sido disciplinada y competente. Esta percepción, que suele estar en personas que disfrutan de una buena autoestima y salud psicológica, así como emocional, genera una sensación de control sobre lo que nos ocurre día a día. Es decir, son conscientes de que no todo depende de ellas/ellos, pero hay un porcentaje que depende de su afrontamiento y del desarrollo de sus propias habilidades para llegar un poco más lejos en sus logros y éxitos.

Sin embargo, para aquellas personas que viven con este síndrome de la impostora o del impostor, las causas de haber conseguido un éxito o un logro dependen más de las causas externas que las internas, por ejemplo: He sacado buena nota en el examen final por pura suerte. Hay una especie de sesgo cognitivo o error del pensamiento que les impide poder observar que sus habilidades tienen mucho que ver con lo que han conseguido. No obstante, esto no ocurre así con los errores, fracasos. En esos casos, la persona con esta percepción de impostora suele atribuirse toda la responsabilidad de los errores y fracasos en el proceso de consecución de sus logros o éxitos.

El síndrome de la impostora no es un trastorno mental

El síndrome de la impostora no está incluido dentro del manual psiquiátrico de trastornos mentales, DSM-5, pero sí que podemos observar que tiene unas grandes limitaciones en las personas dónde está presente.

Hay una manera de enfocar el pensamiento que bloquea a la persona y que alimenta constantemente la sensación de “no ser lo suficientemente bueno/a”. Al fin y al cabo, este síndrome es una mezcla entre una duda constante con uno/una misma que deriva de una baja confianza en las propias habilidades, una autocrítica insana, una gran autoexigencia y expectativas muy elevadas sobre lo que “debe” conseguir, y un gran miedo al fracaso.

En base a lo anteriormente expuesto podemos concluir que el síndrome de la impostora no es un diagnóstico como tal, sino más bien un conjunto de síntomas.

No me lo merezco

Las personas que tienden a percibirse como un fraude o un mentiroso sienten que no merecen los logros que han conseguido, aún cuando los demás les indiquen lo contrario. Estos sentimientos de no merecimiento pueden darse en varias áreas de la vida de la persona, como en el área laboral/académica, social, familiar, interpersonal, entre otras.

En las personas que lo sufren puede aparecer incluso sentimientos de culpa por la creencia de haber engañado a los demás, una sensación casi constante de que lo que se hace se puede hacer mejor, y una gran incapacidad para disfrutar de lo que se ha logrado. Hay también, una gran incredulidad en las propias capacidades, insatisfacción permanente y expectativas de que “todo” saldrá mal, incluso cuando la persona ya tiene evidencias de que lo puede conseguir.

Pero ¿Cómo vamos desarrollando esa confianza?

Para evitar bien el desarrollo del Síndrome de la impostora o bien provocar su mejoría, es importante trabajar en la autoconfianza. La confianza en uno mismo/una misma es una percepción que tenemos de nuestra propia valía como seres humanos y de la conciencia de nuestras habilidades para conseguir los objetivos que nos proponemos. Es un proceso que nos ayuda a no dudar constantemente y a motivarnos para llegar a dónde queremos.

En la confianza en uno/una misma entran en juego 3 factores:

  • Conocerse bien a uno/a mismo/a para poder ser honestos con respecto a las habilidades/fortalezas y debilidades que tenemos como seres humanos.
  • Actuar en consideración a nuestra propia aprobación, más allá de la de los demás, y poner a prueba nuestras habilidades.
  • Aprender a tolerar los fracasos, entendiéndolos como parte del proceso normal de aprendizaje y también de la vida.

La educación en la infancia tiene un gran impacto en el desarrollo y formación de esta confianza. Cuando la Dra. Clance tenía sesiones con adultos, pudo observar que los mensajes que los padres habían verbalizado en la infancia del adulto fueron un factor precipitador para estos sentimientos de fraude. Uno de los mensajes que más suele calar es la crítica negativa hacia aquello que no se ha hecho bien, centrándose más en lo que ha faltado que en lo que sí se ha realizado de manera correcta. Si esto se convierte en algo habitual finalmente puede tener una influencia en cómo se percibe el niño o niña a sí mismos.

Sin embargo, el Síndrome de la impostora también podría desarrollarse si los mensajes que se envían son habitualmente superlativos, sin centrarse en cosas concretas o más realistas, como podría ser: “eres el mejor estudiante del mundo” “lo vas a conseguir todo”.

Aunque parezcan mensajes motivadores, pueden crear mucha presión en los infantes, ya que realmente son mensajes magnificados y con expectativas poco realistas. Cuando el niño no llega a esa expectativa, puede llegar a sentir vergüenza o sentimientos de inferioridad, y pueden empezar a esconder o ocultar información sobre sus logros (que no son tan buenos como se esperaban) para no defraudar a sus padres.

El hecho de empezar a esconder y solo mostrar la información o los éxitos que se ajusten a lo que sus padres esperan, empieza a crear una sensación de impostor en el niño que conlleva un sufrimiento asociado por no sentirse totalmente honesto, lo que puede acabar desarrollándose

La duda que se alimenta del éxito

Es curioso observar en el Síndrome de la impostora cuánto más crecen los logros y éxitos de la persona, paradójicamente más crecen también las dudas. Es como si cada vez que la persona triunfa o llega a los éxitos propuestos, se va sintiendo cada vez más aprisionada. Es decir, lo que podría servir como una prueba tangible de haber conseguido algo con sus propias habilidades y capacidades para otras personas, para las personas que experimentan de este síndrome el obtener esos éxitos es sinónimo de seguir “engañando” a los demás con respecto a lo que pueden o no hacer.

Algunas consecuencias del impacto del Síndrome de la impostora en las personas

Lo principal del complejo entramado del síndrome de la impostora no es en sí que te haga sentir como tal cuando en realidad no lo eres, sino que tiene más que ver con el estrés que desencadena en el cuerpo y mente de la persona, de ahí que, en muchas ocasiones, una de las consecuencias sea el síndrome del burn-out, que conlleva un gran agotamiento emocional y físico.

También contamos con la ya más que conocida procrastinación, muy alimentada por ese miedo excesivo al fracaso y al déficit de confianza en una misma.

Otras consecuencias que puede arrastrar una persona con el Síndrome de la impostora es el retroalimentar constantemente esa baja autoestima y el concepto de sí mismo/a, síntomas de ansiedad y depresivos, así como una sensación de inferioridad en la comparación con sus compañeros e iguales.

¿Te sientes identificad@ con el Síndrome de la impostora o conoces a alguien que pueda estar en esta situación? Contacta con Clínica de psicología Psilex, estamos aquí para ayudarte.