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El hambre física es la sensación fisiológica que experimentamos cuando nuestro cuerpo necesita alimento para obtener energía y nutrientes. Se manifiesta a través de señales corporales como el ruido en el estómago, debilidad o falta de concentración. Por otro lado, el hambre emocional no está relacionada con una necesidad fisiológica real, sino que surge como respuesta a las emociones, como el estrés, la tristeza o la ansiedad.

El hambre física aparece de forma gradual, al ingerir alimentos te sacias, te pide comida real, gestionas las proporciones, saboreas y disfrutas, si esperas no pasa nada, y cuando terminas te sientes bien. Por el contrario, el hambre emocional aparece repentinamente y no tiene por qué ir acorde al horario habitual de comida, tu emoción y ánimo influye en la ingesta, no identificas sabores, por más que comes sigues sintiendo hambre y sientes que no puedes posponerla.

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¿Cómo saber si el hambre emocional está siendo un problema para ti?

El hambre emocional puede manifestarse de diversas maneras, y reconocer si está afectando tu bienestar es el primer paso para abordarlo.
Algunas señales que indican que el hambre emocional podría ser un problema incluyen:

1. Comer sin hambre física: Si encuentras que comes incluso cuando no sientes hambre física, es posible que estés recurriendo a la comida para satisfacer necesidades emocionales en lugar de nutricionales.

2. Antojos específicos: Sentir un impulso repentino de comer alimentos reconfortantes o indulgentes en momentos de estrés o tristeza puede ser un indicio de hambre emocional.

3. Comer por aburrimiento o emoción: Si recurres a la comida como forma de entretenimiento o para lidiar con emociones fuertes, es importante considerar si el hambre emocional está influyendo en tus hábitos alimenticios.

4. Sentimientos de culpa: Experimentar sentimientos de culpa o vergüenza después de comer en exceso debido a desencadenantes emocionales puede ser un signo de hambre emocional descontrolada.

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Reconocer estas señales es fundamental para abordar el hambre emocional y buscar formas más saludables de manejar las emociones.
Buscar apoyo profesional y aprender estrategias para manejar el estrés y las emociones sin recurrir a la comida puede marcar la diferencia en el bienestar emocional y físico.

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Pautas para regular el hambre emocional

1. Identificar las emociones: Es importante aprender a reconocer cuándo estamos experimentando hambre emocional. Tomarse un momento para reflexionar sobre las emociones presentes antes de comer puede ayudar a diferenciar entre el hambre física y emocional.

2. Buscar alternativas saludables: En lugar de recurrir a la comida como única fuente de consuelo, es útil buscar otras actividades que nos brinden bienestar emocional, como practicar ejercicio, meditar, leer o hablar con un amigo.

3. Establecer rutinas alimenticias: Mantener horarios regulares para las comidas puede ayudar a prevenir la ingesta impulsiva de alimentos debido a emociones negativas.

4. Estar atento a las señales corporales: Aprender a escuchar las señales del cuerpo es fundamental para distinguir entre el hambre física y
emocional. Antes de comer, pregúntate si realmente sientes los síntomas físicos del hambre.

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Una buena manera de controlar el hambre emocional es beber agua antes de comer, ya que reducirá la ansiedad y te ayudará a alcanzar un estado de calma antes de ingerir alimentos. Además, es importante comer tranquilamente y sentado, ya que esto te permitirá estar más consciente de lo que estás comiendo y disfrutarás más tu comida.

Llevar un diario de comidas también puede ser útil. Anota lo que comes, cuánto comes, cuándo comes, cómo te sientes cuando comes y cuánta hambre tienes. Esto te ayudará a identificar patrones y emociones asociadas con la comida.

¿Tienes dificultades para no dejarte llevar por el hambre emocional? Contacta con nosotras, te atenderemos encantadas.