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¿Qué sientes cuando cometes un error? ¿Sueles castigarte mucho cada vez que te equivocas? ¿Sería ideal no fallar nunca? ¿Perdemos o aprendemos con los errores? Te animamos a que leas este artículo sobre el miedo al fracaso y cómo gestionarlo.
“Sabremos que estamos avanzando, cuando el día esté lleno de errores. Significará que estamos trabajando en cambiar, que estamos aprendiendo.” Anabel González – No soy yo.
El fracaso es inherente a la vida. Todos nos equivocamos en mayor o menor medida y en diversas situaciones a lo largo de nuestro recorrido vital. Por tanto, la principal cuestión será ¿Cómo interpreto el fracaso? ¿Qué limitaciones acarrean los errores? ¿Cómo afectan mis fallos a mi bienestar? ¿Obtengo aprendizajes de mis errores? o por lo contrario, ¿tengo miedo al fracaso?.
En el proceso de superar un fracaso será fundamental adoptar una visión real acerca de las dimensiones del error y aprender a aceptar las consecuencias de éste.
En primer lugar, analizamos de dónde intento obtener el aprendizaje de equivocarme ¿será quizá del objetivo, de la tarea, de la meta?
Está claro que algo salió mal y el resultado no es el deseado, por lo que habrá que entender qué falló para intentar no volver a repetirlo y actuar de forma más adecuada.
No obstante, la doble lectura de este proceso de superación del fracaso se sitúa en la gestión del dolor que me produce equivocarme. Será clave abordar de manera eficaz las emociones desagradables que, inevitablemente, conlleva errar.
Por ello, más allá de aprender de la tarea, necesitamos gestionar el sufrimiento de equivocarnos. De aquí, podríamos ir extrayendo valiosas conclusiones como “es el objetivo o la meta lo que falla y no soy yo el que fracasa”.
Es a través de este “desenredo” del resultado como avanzo en el proceso de superación. Paralelamente, este “enredo” también se relaciona con el éxito, pues la sociedad nos hace equipararnos a la cantidad de logros que alcanzamos, y mi valor está en relación a los retos que conquisto, convirtiéndonos en resultados y no en personas valiosas en sí mismas.
De esta forma, cada vez que fallamos corremos a volver a intentarlo, a veces sin entender muy bien por qué ni para qué, a veces sin disfrutar del camino y a veces sin desear el destino.
Si simplemente soy la tarea o el resultado ¿Qué hago con la frustración, la impotencia, la rabia, el dolor…?
Somos mucho más que un resultado o una meta.
Debemos aprender a escuchar y atender las necesidades emocionales que surgen en el camino.
Miedo al fracaso ¿Qué es?
El miedo a equivocarse suele definirse como un temor desadaptativo o irracional a cometer fallos ante los demás. Sus consecuencias suelen englobar una gran cantidad de emociones desagradables, llegando en ocasiones al padecimiento de ansiedad o depresión, y limitando en gran medida las actuaciones futuras del individuo.
En este perfil de persona, suele encajar cierta rigidez mental (creencias del tipo “si me equivoco, soy un fracaso”, “no seré feliz si no alcanzo este objetivo”), perfeccionismo, autoexigencia y un nivel de disciplina y responsabilidad muy elevado, con expectativas demasiado altas e irrealistas.
Conductas y actitudes del miedo al fracaso
- Sentimiento de incapacidad: esto hace que, en ocasiones, la persona ni siquiera se plantee metas, desistiendo antes incluso de intentar perseguirlas.
- Conductas de procrastinación: las exigencias son tan elevadas que nos llevan a posponer el inicio o mantenimiento de las tareas, por lo que no conseguimos poner en práctica todo nuestro potencial.
- Sentimiento de “fracasado/a” en la vida: la persona posee una baja autoestima y la falta de confianza en sus capacidades le sitúan en el extremo de “inutilidad” en la consecución de sus valores.
- Inseguridad ante la opinión de los demás: el temor a la crítica o a la incomprensión por parte de los demás o sensaciones como la de “decepcionar” a nuestro alrededor, nos paralizan y acentúan el miedo al error.
¿De dónde viene el miedo al fracaso?
En un nivel más profundo de la superación del miedo a equivocarnos, será importante analizar las posibles causas que están en la base de nuestros miedos. Suele ser junto a un profesional de la Psicología que analiza nuestra historia de aprendizaje, cuando comenzamos a comprender las piezas que explican el origen de nuestro temor al fracaso.
Algunas razones podrían ser una crianza demasiado crítica por parte de nuestros progenitores, ciertas ideas irracionales sobre el error (“nunca debo equivocarme”, “fallar es de ignorantes” …), sucesos traumáticos (eventos no resueltos en los que carecíamos de herramientas para superar nuestros fallos) y un largo etcétera que podría recogerse en una sociedad tan competitiva que exhibe y premia de manera desenfrenada los éxitos, y critica y penaliza duramente el mínimo error cometido.
Consecuencias del miedo al error
A continuación, pasamos a comentar algunas repercusiones en nuestra salud mental que conlleva el miedo al fracaso.
- Ausencia de motivación: dejamos de diseñar o perseguir metas en los diferentes ámbitos de nuestra vida.
- Conductas de autoabandono o autosabotaje: al reconocer mis errores me castigo y alimento las inseguridades de manera que, a modo de “profecía autocumplida”, acabo cometiendo esos mismos errores que tanto temo.
- Baja autoconfianza y/o autoestima: el diálogo interno que gobierna nuestras acciones suele hablarnos de la falta de capacidades o recursos, suele ser demasiado autocrítico y suele crear una serie de limitaciones para “no equivocarse”, a la vez que pierde valiosas oportunidades de éxito.
Claves para superar el miedo al fracaso
Llegamos entonces al punto en el que nos planteamos cómo abordar nuestros temores y reponernos eficazmente de nuestros fracasos.
- Para y observa la realidad: toca ser un “observador externo” de nuestras equivocaciones e intentar analizar de la forma más objetiva posible lo sucedido. No se trata de restarle importancia, minimizar el error o autoengañarnos, sino de manera realista, vislumbrar aquello que no hemos realizado correctamente. Somos humanos y, evidentemente, no todo lo hacemos bien. Comienza a atribuir responsabilidades ¿qué depende de mí? ¿qué otros factores no están en mi mano? Así abordamos dificultades y nos volvemos más resolutivos/as.
- Reinterpretamos el fracaso en Aprendizaje: por ejemplo… si mi relación de pareja se ha terminado ¿qué significa esto? ¿he fracasado o puedo tomar mejores decisiones de cara a elegir próximas parejas? ¿he aprendido a discriminar qué quiero y qué no de mis siguientes relaciones? ¿puedo construir una versión renovada de mí mismo al vincularme con futuras personas?
- Aceptación: aceptar la realidad no es que te guste lo que ha pasado, estar de acuerdo con el error o desistir de nuevos intentos. Aceptar lo ocurrido será observar la realidad más allá de juicios de valor y, el siguiente paso será dejar espacio al compromiso con acciones que nos lleven a dónde sí deseamos.
- Autocompasión. Utilizo la compasión hacia mí mismo/a para intentar comprender el origen del error, conecto con la naturaleza del error humano, me perdono si creo que he obrado mal, me trato como a alguien que realmente cuido y valoro. Ya hemos comprendido las fatales consecuencias de criticarme, castigarme y exigirme fuera de unos límites realistas. Toca actuar de forma cariñosa y amable conmigo mismo/a y ser mi mayor fuente de comprensión y motivación.
- Atiendo mis emociones: escucho a mi cuerpo, las necesidades que surgen tras “caernos”, atiendo los sentimientos molestos que aparecen (me decepciono, me da rabia, me siento impotente, siento que no es justo…). Ya no evitamos o huimos, sino que hacemos hueco a las emociones desagradables y escuchamos el mensaje que quieren transmitirnos. “¿Por qué me siento frustrada?” Igual llevar tres años preparándome esta oposición y suspenderla rompe todos mis esquemas… y ¡es normal sentirse así!
- Me comprometo con nuevos objetivos y busco soluciones. Tras este “parón” en el que me escucho, me atiendo y me recupero, ponemos rumbo de nuevo a próximas metas. Sigue mi compromiso con acciones valiosas para mí, más allá de las emociones molestas que me acompañan. Ahora con este nuevo extra de aprendizaje y sabiduría que antes no poseía, me replanteo cómo será el futuro que tanto deseo, considero las diversas opciones y recalculo las consecuencias que siguen a estas. En otras palabras, aprendo del error y del dolor que me causa el error.
- Actuar, persistir y hacerle hueco a futuros errores. Esto no acaba aquí, continúan las equivocaciones probablemente hasta el último de nuestros días. Ponemos en marcha mecanismos más acertados y con mayor probabilidad de éxito, somos constantes y disciplinados más allá de la motivación (que puede o no estar presente), e intentamos disfrutar del camino como una oportunidad o un reto (independientemente de que el resultado sea justo el deseado). Porque ahora entiendo que este reto es justo eso, un reto, y no el lugar donde deposito mi valor o la capacidad de ser feliz; me desvinculo y, es solo eso, un objetivo o una meta que alcanzarlo quizá no sea en línea recta y, probablemente, tenga que tomar más desvíos (o haya más caídas) de los que yo pensaba.
Te dejamos unas preguntas finales a modo de “herramienta de bolsillo” para los momentos en los que desees superar el miedo al fracaso.
¿Qué aprendo de todo esto?
¿Cómo puedo mejorar para la próxima vez?
¿Cómo me hace sentir el haber cometido este fallo?
¿Debo castigarme o puedo actuar con compasión hacia mí mismo/a?
¿Puedo ser mi peor enemigo o la persona que me motive a continuar?
En definitiva, todos intentamos evitar el fracaso por la sensación de insatisfacción que nos provoca. Por ello, está en nuestras manos reubicar los fracasos como oportunidades de aprendizaje, amenizar los errores a través de la autocompasión y levantarnos sabiendo que, con mucha probabilidad nos volveremos a caer, pero perseverar en el camino es lo que me mantiene en vida. Con todo esto, te animamos a cogerle cariño a equivocarse, pues forma parte inevitable de la vida, y significará que estás aprendiendo.
“El fracaso es inevitable cuando los esfuerzos no van acompañados de entusiasmo.” Kristin Neff – Sé amable contigo mismo.
¿Te identificas con alguna parte de la lectura? En Clínica Psilex, estaremos encantadas de ayudarte.