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¿Qué es el TDAH? Comprender, apoyar y convivir con el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad?
Cada 13 de julio se celebra el Día Internacional del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), una fecha para reflexionar, educar y romper estigmas. Aunque el TDAH es uno de los trastornos más conocidos del neurodesarrollo, aún está envuelto en mitos, diagnósticos tardíos y prejuicios sociales.
Hoy queremos hablarte de él con claridad, sensibilidad y rigor.
¿Qué es el TDAH?
Es un trastorno del neurodesarrollo que afecta a la capacidad de una persona para prestar atención, controlar impulsos y regular su nivel de actividad. No es una “etiqueta”, ni una moda diagnóstica, ni un “capricho” infantil. Es una condición real, con base neurológica, que puede tener un impacto significativo en la vida diaria, tanto en la infancia como en la adultez.
La evidencia científica indica que este trastorno tiene un componente genético importante y se asocia con diferencias en la maduración de ciertas áreas cerebrales, como la corteza prefrontal. Esto afecta funciones ejecutivas esenciales como la planificación, el control de impulsos o la memoria de trabajo.
Síntomas más comunes
Aunque el TDAH se manifiesta de forma distinta en cada persona, se clasifica en tres presentaciones principales:
- TDAH con predominio inatento: dificultad para mantener la atención, olvidos frecuentes, desorganización, tendencia a soñar despierto, perder cosas u omitir detalles.
- TDAH con predominio hiperactivo-impulsivo: inquietud constante, necesidad de moverse, hablar en exceso, interrumpir o actuar sin pensar.
- TDAH combinado: presencia significativa de síntomas de los dos anteriores.
En niños, estos síntomas suelen reflejarse en el entorno escolar o familiar. En adultos, puede manifestarse como dificultad para mantener el foco en el trabajo, problemas de gestión del tiempo, impulsividad en las decisiones o sensación crónica de desorganización.
¿Cómo se diagnostica el TDAH?
El diagnóstico del TDAH debe ser siempre realizado por un profesional de la salud mental (psicólogo/a clínico/a, psiquiatra o neuropediatra) mediante una evaluación exhaustiva. No existe una prueba única. Se basa en entrevistas clínicas, cuestionarios estandarizados y la valoración del funcionamiento en distintos contextos (colegio/instituto, casa, trabajo).
Un error común es pensar que si alguien consigue concentrarse en una actividad que le gusta (como ver series o jugar videojuegos), entonces “no puede tener TDAH”. Sin embargo, el problema no es la capacidad de concentración en sí, sino la regulación del foco atencional en función de la demanda del entorno.
TDAH en la edad adulta
Aunque tradicionalmente se ha asociado al trastorno al ámbito infantil, este no desaparece al cumplir 18 años. Muchos adultos conviven con él sin saberlo, cargando con años de autocrítica, culpa o frustración. Diagnosticarlo en la adultez puede ser una experiencia liberadora, ya que permite reinterpretar dificultades pasadas desde una perspectiva más comprensiva y estratégica.
Este trastorno en adultos puede afectar al rendimiento laboral, la estabilidad emocional, las relaciones interpersonales y la autoestima. Sin embargo, con el tratamiento y el acompañamiento adecuado, es posible aprender a gestionarlo y construir una vida plena y satisfactoria.
Tratamiento del TDAH
El abordaje del TDAH debe ser integral y personalizado. Las principales herramientas son:
- Psicoeducación: entender el funcionamiento de este trastorno, es el primer paso para reducir la culpa y aumentar la autocomprensión.
- Terapia psicológica: especialmente las orientadas a habilidades ejecutivas, autorregulación emocional y organización personal. La Terapia Cognitivo-Conductual ha mostrado gran eficacia.
- Intervención familiar y escolar: en el caso de niños, el apoyo del entorno es clave. Docentes y familias bien informados marcan la diferencia.
- Tratamiento farmacológico: en algunos casos, se puede indicar medicación (como el metilfenidato), siempre bajo supervisión médica especializada.
No existe una fórmula mágica, pero sí herramientas que mejoran significativamente la calidad de vida.
Rompiendo mitos
- “El TDAH no existe”: FALSO. Está reconocido por manuales diagnósticos internacionales (DSM-5, CIE-11) y respaldado por décadas de investigación científica.
- “Es cosa de niños maleducados”: FALSO. El TDAH no es una cuestión de crianza, sino un funcionamiento neurocognitivo distinto.
- “Es una excusa para no esforzarse”: FALSO. Las personas con TDAH suelen esforzarse más que el promedio, pero sin herramientas adecuadas, su rendimiento puede no reflejar ese esfuerzo.
Cómo acompañar desde el entorno
Si tienes cerca a alguien con TDAH (sea tu hijo/a, pareja, amigo/a o compañero/a de trabajo), aquí van algunas claves para apoyar:
- Escucha sin juzgar. Lo que parece “despiste” puede ser una auténtica lucha interna.
- Valida sus esfuerzos, no solo los resultados.
- Ayuda a estructurar tareas grandes en pequeños pasos.
- Fomenta rutinas claras y predecibles.
- Sé paciente, y sobre todo: infórmate. Conocer el TDAH es la mejor manera de combatir el estigma.
En resumen…
El TDAH no es un problema de voluntad, ni de educación, ni de actitud. Es un estilo de funcionamiento que, cuando se comprende y se acompaña adecuadamente, no tiene por qué ser una limitación. Este 13 de julio, aprovechemos la oportunidad para mirar más allá del diagnóstico y empezar a hablar de inclusión, comprensión y acompañamiento. Porque comprender el TDAH es también un acto de respeto y humanidad.
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