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¿Te sientes más agotado de lo normal en el trabajo? ¿Sientes que este agotamiento te acompaña incluso en tus días libres? ¿Te cuesta encontrar sentido o motivación en lo que haces profesionalmente? ¿Cómo influye tu entorno laboral en tu bienestar?

El síndrome de burnout, también conocido como el “síndrome del trabajador quemado”, es mucho más que estar cansado. Es una forma de agotamiento profundo que aparece cuando el estrés laboral se vuelve crónico y no se gestiona adecuadamente.

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¿El Burnout es lo mismo que el estrés?

El estrés es una respuesta temporal que aparece en situaciones percibidas como exigentes, desbordantes o amenazantes, en el que las emociones se sienten con mayor intensidad. El burnout, es un agotamiento cronificado causado por situaciones de estrés laboral prolongado. Quienes lo padecen suelen experimentar tres síntomas clave: un cansancio o agotamiento emocional que no desaparece ni con el descanso, una actitud fría o distante hacia los demás como estrategia de (despersonalización), y una sensación de ineficacia o baja autoestima que les hace sentir que su trabajo no vale la pena.

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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el burnout está reconocido en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11; OMS, 2019) como:

“Un síndrome definido como resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no ha sido gestionado con éxito.”

Esta definición subraya que el burnout es un fenómeno estrictamente relacionado con el ámbito laboral, y no debe aplicarse para describir experiencias en otras áreas de la vida.

Este desgaste no solo afecta al rendimiento laboral, sino que puede extenderse a casi todos los aspectos de la vida. A nivel individual, el burnout impacta en cinco grandes áreas:

  • Emocional: tristeza persistente, irritabilidad, ansiedad, depresión, apatía, desesperanza y hostilidad.
  • Cognitiva: pérdida de sentido, falta de concentración, cinismo, confusión mental, falta de propósito o motivación y distorsión del autoconcepto.
  • Conductual: absentismo, desorganización, evasión de responsabilidades y consumo de sustancias.
  • Social: aislamiento, conflictos interpersonales y malhumor en el entorno familiar.
  • Física: dolores de cabeza, musculares, insomnio, hipertensión y otros síntomas que a menudo se ignoran o se atribuyen a causas externas.

En el trabajo, esto se traduce en baja productividad, errores frecuentes, insatisfacción y una calidad laboral que se deteriora progresivamente. Pero ¿Qué lo provoca?

El síndrome de burnout surge por una combinación de factores laborales que desgastan progresivamente al trabajador: una carga excesiva de trabajo que impide el descanso y genera sensación de desbordamiento.

La falta de recursos, como tiempo, apoyo o herramientas, que dificulta cumplir con las exigencias del puesto; un entorno laboral tóxico, marcado por conflictos, falta de reconocimiento o liderazgo autoritario, que deteriora el bienestar emocional; la micro gestión, donde el control excesivo limita la autonomía, la creatividad y el sentido de pertenencia; la falta de feedback y reconocimiento (haciendo especial mención a aquellos trabajos en los que se produce contacto directo con otras personas). Estos elementos, sostenidos en el tiempo, pueden desencadenar un profundo agotamiento físico, mental y emocional.

 

¿Cómo se trata en terapia?

Desde la Terapia Cognitivo-conductual, las estrategias más efectivas para abordar el burnout comienzan por identificar y cuestionar aquellas creencias negativas o distorsionadas que generan malestar y alimentan el agotamiento emocional. De esta forma podemos modificar patrones de pensamiento automáticos que nos hacen sentir incapaces, culpables o desbordados.

También se trabaja el desarrollo de técnicas de relajación, útiles para afrontar momentos de estrés intenso y recuperar el equilibrio emocional. Otro eje fundamental es el fortalecimiento de la autoestima y el autoconocimiento, ayudando a la persona a reconectar con sus valores, recuperar la confianza en sí misma y redescubrir su motivación a medio y largo plazo. Además, mediante el entrenamiento en habilidades sociales como la asertividad, se aprende a poner límites tales como, decir “no” sin culpa, pedir ayuda, expresar emociones y manejar con mayor seguridad las relaciones personales y profesionales.

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Desde otro enfoque como la Terapia de Aceptación y Compromiso, se proponen estrategias como identificar los valores fundamentales en la persona en diferentes ámbitos de su vida. Mediante la aceptación de pensamientos, emociones y sensaciones internas, se fomenta que los pensamientos disruptivos que aparecen de forma automática no han de controlar nuestras acciones ni comprometer nuestros valores. También se motiva a la persona a realizar acciones significativas y más en sintonía con sus valores. Como fin último se pretende trabajar en la capacidad de vivir en el momento presente y actuar teniendo en cuenta sus valores personales.

Conclusión

Si te identificas con algunos síntomas del burnout, en Psilex, Centro de Psicología podemos ayudarte a entender lo que estás viviendo, y a encontrar herramientas para recuperar tu bienestar. Pedir ayuda no es señal de debilidad, sino un acto de responsabilidad y autocuidado. No dudes en contactar con nuestro equipo.