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amor

 

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Mucho se ha escrito sobre el amor, ese sentimiento complejo, misterioso, intangible… que, muchas veces, nos cuesta entender. Es un sentimiento universal que ha servido de base de inspiración para escritores, poetas, cantantes, pintores y un largo etcétera.

Es complicado definir el amor, aunque desde un punto de vista biológico, el amor busca vincularse y crear lazos afectivos con las personas para poder generar seguridad, confianza y apoyo entre otros, cuyo objetivo más básico es perpetuar la especie y sobrevivir.

No es Cupido, son tus neurotransmisores

Todo este proceso complejo de enamoramiento, centrándonos en el amor romántico de pareja, conlleva una segregación de cantidades ingentes de químicos en nuestro cerebro. En el proceso del amor hay, como mínimo, 4 fases que se dan:

Fase de Atracción sexual: la función básica de esta fase es evolutiva, es decir, su objetivo es motivar a las personas a tener encuentros sexuales. En esta etapa, las protagonistas son las feromonas, las hormonas sexuales y la dopamina. La dopamina es el neurotransmisor del deseo y el placer (y no exclusivamente a nivel sexual, también motivacional). Es la que nos alienta a querer saber más sobre la otra persona, tener más contacto físico. Es la responsable de que sintamos ese “hechizo” hacia la otra persona. La dopamina en grandes cantidades es una de las responsables de las adicciones, en cualquiera de sus ámbitos (drogas, juego, personas, etc.).

Fase de enamoramiento: aquí entran en juego los mitos del amor romántico o esos mandatos sociales que han construido una imagen del amor idílica (“el amor lo puede todo”).Durante esta etapa, se puede decir que nuestro cerebro es una bomba química que hace que vivamos este momento como “mágico” y que la otra persona sea “todo mi mundo” o “el amor de mi vida”, y a pesar de que lo vivamos así, lo que pasa en esta etapa no tan real. De la sensación de estar “flotando” se encarga un neurotransmisor llamado Feniletilamina, sus efectos pueden durar entre 3 o 4 años, aunque a veces también unos meses. Otro neurotransmisor que forma parte del proceso es la Serotonina, pero más que por su presencia, por su disminución. La serotonina al aumentar genera estabilidad emocional y se libera en mayor cantidad cuando el vínculo se estabiliza y llega a la etapa del amor maduro. En esta etapa, la serotonina disminuye y genera así esa obsesión por la otra persona.

No son mariposas en el estómago, es ansiedad: en esta etapa y en la anterior se puede dar el fenómeno de sentir “mariposas en el estómago”. Hay una subdivisión del sistema nervioso autónomo encargado de controlar el aparato digestivo. En este fenómeno entra en juego la adrenalina, que se libera cuando el sistema nervioso percibe una amenaza. Esto provoca unos cambios fisiológicos que activan nuestro cuerpo para la huida o la lucha. Entre ellos, limitan el movimiento de los intestinos para desviar la sangre a otras zonas del cuerpo y así nacen “las mariposas”. Es decir, para nuestro cuerpo y cerebro, el enamoramiento es un momento de estrés y de caos, de ahí que esa etapa tenga que ir decayendo poco a poco para llegar a una estabilidad. Si viviéramos enamorados enfermaríamos,

Fase de la decepción: aquí la bomba química de nuestro cerebro empieza a disolverse y nos quitamos las lentes que nos hacían verlo todo de color de rosa. En esta etapa las relaciones sexuales puede que no se den con tanta asiduidad y que las conversaciones no sean tan profundas y empecemos a ver a la persona que tenemos en frente como un ser humano y no como un ser idealizado, empezamos a ver sus defectos, a calibrar si eso es lo que queremos o no, etc.

Aquí también empiezan a aparecer los conflictos y las diferentes maneras de solventarlos. De esta fase y de su manera de gestión depende mucho que la relación vaya por un camino de amor sano o que empiecen a aparecer conductas tóxicas.

Fase del amor maduro: esta es una etapa de estabilidad y tranquilidad (empiezan a subir los niveles de serotonina). Aquí el vínculo se ha fortalecido y en la pareja existe el apoyo, la comunicación y resolución de conflictos. Aquí el enamoramiento ya no está, pero está el amor, que son dos conceptos muy diferentes.

Como puedes comprobar, enamorarse es algo fácil, pero amar requiere trabajo, dedicación, esfuerzo (pero no sufrimiento) y ganas.

Otras hormonas que tienen influencia en todo este proceso complejo son: la oxitocina, la hormona del amor y la ternura. Es la hormona que se libera cuando mantenemos relaciones sexuales, cuando acariciamos y tenemos muestras de cariño, así como cuando nos sentimos amados/as. Otra sería las endorfinas, que actúan como anestesiante y falta de dolor. Esta suele estar presente (teniendo en cuenta del que hablamos) cuando se resuelve un conflicto o hay una reconciliación y tendemos a sentir que el conflicto o lo que ocurrió no era tan importante. Y también tenemos la noradrenalina, una sustancia que provoca sensaciones de nervios, sudoración, rubor, etc.

El amor no está en el corazón, sino en el cerebro 

Tantos poemas, libros, relatos adulando la idea del amor en el corazón y ahora resulta que todo estaba en nuestro cerebro. Pero no es lo único que tiene una influencia en este proceso del amor en pareja. En la idea del amor también hay muchos mandatos sociales y culturales asociados que nos llevan a predecir lo que podemos, o no, esperar de una relación. Y estos mandatos sociales o mitos sobre el amor pululan por todas partes en nuestra cultura: en el cine, en las series, en la música, etc. Y van creando una idea sobre lo que debe ser el amor. Y también una sensación de frustración y/o fracaso si no se acerca a esa idea.

Y te preguntarás ¿Por qué?

Porque nuestro cerebro no tolera muy bien la incertidumbre, necesita sentir que tiene control sobre lo que está ocurriendo y si tenemos una ligera idea sobre lo que significa algo, sabemos más o menos lo que podemos esperar, la incertidumbre baja y así podemos mantener unas expectativas sobre lo que esperamos de nuestros vínculos.

Pero, no es oro todo lo que reluce

Estos mandatos o mitos sobre el amor romántico marcan unas directrices sobre lo que es deseable o correcto en las relaciones de pareja y que, raramente, funciona en la práctica, ya que, en más ocasiones de las que nos gustaría, son una imposición de ideales que ocasionan más malestar que bienestar. Son ideas irracionales, que teóricamente parecen “bonitos”, que generan una ilusión idealizada, pero que llevarla a la práctica se convierte en un foco de mucho malestar. Para que puedas entender estas ideas, a continuación se exponen algunos ejemplos de estos mitos.

No es amor, son los mitos sobre el amor romántico

Vamos a intentar descartar los más obvios y de los que se ha hablado ya largo y tendido, como, por ejemplo: el mito de la media naranja (esa sensación de estar incompletos/as sin una pareja) o el mito del amor todo lo puede (como si solo ese sentimiento de amor que se comparte también creara la confianza, el respeto, la buena comunicación, la honestidad, o el aprender a afrontar conversaciones incómodas para entender a nuestras parejas), sin olvidar el tan manido mito de “los que se pelean se desean” (una regla bajo la que se pueden normalizar varios tipos de violencia o conductas tóxicas).

  • Los celos son sinónimos de amor: tenemos este o su contrario; los celos son una conducta tóxica en la relación. Bien, realmente ninguno de estos dos son mandatos realistas. Los celos son una emoción más, en el entramado complejo de emociones que alberga y puede sentir el ser humano. No hay nada de malo en ella, como no lo hay en ninguna emoción. En este caso, los celos, son una emoción secundaria fruto de dos primarias; la ira y el miedo. No podemos afirmar que sea una emoción agradable, porque no lo es, pero no se puede considerar negativa. Recuerda que no hay emociones positivas ni negativas, ya que todas cumplen una función útil con nosotros y nosotras, que es informarnos de algo. Así que, el problema en sí no está en los celos, sino en la manera en la que se pueden gestionar esa emoción (como con todas las demás). Aquí es dónde si se pueden poner en marcha conductas tóxicas propias de estados de inseguridad al no saber muy bien como gestionar esa emoción, por ejemplo: pedirte información constante sobre lo que estás haciendo cuando no estás con él/ella, intentando limitar los momentos de independencia o los encuentros con amigos sin la presencia de la persona, buscar en las redes, en el móvil, etc. La cuestión es que la persona no sepa cómo gestionar esa emoción y se deja manejar por la emoción en sí.
  • El amor a primera vista o flechazo: como ya hemos visto anteriormente en las fases del amor, realmente lo que ocurre en un primer momento no es amor, sino más bien atracción y un buen combinado de neurotransmisores haciendo su trabajo. Parece haber un consenso entre los investigadores en los que se observa que el amor es algo que se va construyendo poco a poco con mimo y esmero más que ser algo espontáneo que ocurre.
  • Si me siento atraído/a por otras personas entonces no quiero a mi pareja: que te puedan atraer otras personas es muy sano y muy normal, significa que tu cerebro funciona bien. Y no, que te atraiga alguien no significa que no quieras a tu pareja, nuestro cerebro está biológicamente preparado para generar sustancias asociadas al amor duradero y maduro y sentir atracción por otras personas. Aquí la cuestión es, que hace la persona con eso que siente, un poco parecido a la emoción de celos. El problema no es el deseo o la atracción, sino lo que se hace con ellos.
  • El amor de pareja como destino ineludible: este mandato aún tiene mucha cabida en nuestra sociedad. Se visualiza al amor de pareja como único camino hacia la felicidad (como si la felicidad fuera un destino, pero esto ya da para otro artículo). Este mito hace mucha mella en personas que empiezan un duelo por ruptura porque viven la soltería como un fracaso, como si eso significara estar sola, cuando realmente hay muchos más vínculos y áreas importantes en la vida de las personas. A veces, este mismo mandato también puede crear un poco de desesperación por buscar una nueva pareja, sin que la persona se pare a preguntarse si realmente busca una pareja desde la necesidad o desde la preferencia.

Llamamos «No puedo vivir sin esa persona» a lo que es Dependencia Emocional

Los seres humanos tenemos una necesidad de socializar, biológicamente necesitamos relacionarnos con otras personas. Desde que somos bebés necesitamos del cuidado de otras personas para poder sobrevivir. Tenemos necesidades emocionales, sociales y sexuales que conllevan el contacto con otras personas. Esto muchas veces se puede confundir con creer que necesitamos una pareja o con un miedo atroz al abandono, en el que al final el amor está más basado en la necesidad que en las ganas de construir algo sano. Aquí empieza el problema, junto con los mitos del amor romántico y algunas heridas afectivas que tienen que ver con el apego o los vínculos que hemos desarrollado a lo largo de nuestra vida.

En una relación de dependencia hay desequilibrio, puede haber inseguridad y necesidad de control y, a veces, tiene más que ver con satisfacer algunas necesidades que solo podría satisfacer o aprender a satisfacer la propia persona. En la dependencia no suele estar bien visto la separación o los momentos de intimidad o individualidad dónde la otra persona no está involucrada, ya que se suelen vivir con mucha ansiedad y sensación de abandono. En los casos más extremos, incluso se pueden permitir conductas violentas y amenazantes para la integridad de una persona y a pesar, de ser conscientes de que esto le está perjudicando, pueden sentirse más atemorizados a quedarse sin la pareja que por lo que está ocurriendo.

Hoy en día, vivimos un boom que promueve la independencia emocional como forma de liberarse ante la dependencia, pero esto no deja del extremo contrario de un continuo que tiene muchos más grises que blancos y negros.

La interdependencia o construcción de un amor sano 

La interdependencia significa que podemos tener nuestro espacio a solas o con otras personas y también nuestro espacio conjunto como pareja. En esta construcción del amor, los cimientos tienen que ver con la igualdad, asumir las propias responsabilidades de sus emociones y sus conductas para poder contribuir en la pareja. Este tipo de amor no está exento de inseguridades y miedos, pero la gestión de estas emociones suele estar lidiada por la comunicación, la honestidad y la confianza.

Construyendo una relación sana de amor

Estar con otra persona para sumar en felicidad y crecimiento, pero no es tu única fuente de felicidad. Puedes vivir y seguir adelante sin tu pareja, pero la eliges sin aferrarte porque con ella sientes que suma. Tu autoestima no depende de la otra persona, sino de ti mismo/a, pero te sientes genial con esa persona. Puedes expresar lo que necesites sin miedo a su reacción, te sientes libre hablando sobre diferentes temas y en todo momento hay respeto y comunicación. Si existe un conflicto se ve como algo que entre ambos podéis sumar para resolverlo y afrontarlo.

Entendéis los límites del otro y los respetáis mediante negociación y diálogo. Si en algún momento las prioridades cambian no tenéis miedo a expresarlo e incluso si uno de los dos quiere dejar la relación hay más comprensión que conflicto, aún cuando esa decisión no sea agradable para la otra persona o para ambos. La otra persona es importante en tu vida, pero hay más cosas y áreas importantes y también les prestas atención y tiempo. Te dedicas tu tiempo a solas y tu tiempo con otras personas importantes de tu vida, aunque la otra persona no esté.

Estos son algunos requisitos mínimos para construir una relación de pareja pero, todo esto es mucho más complejo. Dos o más personas involucradas en el amor, dos o más universos con todo lo que ello conlleva.

Hoy es San Valentín, el día del amor, pero no solo hoy se construye o se celebra el amor, sino cada día estás preparado para poner cimientos que sumen en lugar de que resten.

¿Te sientes identificad@ con el contenido de este artículo? ¿Has experimentado muchas dificultades en tus relaciones afectivas? Contacta con Clinica de Psicología Psilex, estaremos encantadas de atenderte.