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¿Piensas que tus hijos/as no expresan adecuadamente sus opiniones o derechos? ¿Te gustaría que se comunicaran de forma más respetuosa con los demás? ¿Conoces el término asertividad y cómo transmitírselo a nuestro hijos e hijas?
¿Qué es la asertividad?
La Asertividad es esa habilidad social que implica comunicarse con las personas de nuestro alrededor de manera que expresamos nuestras
necesidades, derechos y opiniones sin agredir al otro, esto es, se trata de una forma de comunicación en la que respetamos paralelamente al otro y a uno mismo. Por ello, se considera de vital importancia construir esta forma de relacionarse en los niños y niñas y forma parte ineludible del rol de padre y madre, maestro o maestra y profesionales que tengan contacto con ellos.
¿Por qué es importante la asertividad en los niños/as?
Se vuelve imprescindible educar a niños y niñas en valores como la asertividad con el fin de obtener su bienestar personal y social, alcanzar sus metas, disminuir los conflictos con los otros, conseguir autoconfianza, mayor seguridad personal y, en definitiva, obtener los numerosos beneficios de ser una persona asertiva.
Sé ejemplo a seguir
Si quieres saber un poco más al respecto, te recomendamos leer nuestro artículo «Pautas para los padres», en el cual se aborda la influencia de los padres como modelo a seguir y se presentan algunos ejercicios prácticos.
¿Cuáles son nuestros derechos asertivos?
En primer lugar, necesitamos conocer los derechos básicos que nos corresponden a todos por el hecho de ser seres humanos; ¿somos conscientes de que nos pertenecen? ¿a menudo dudamos sobre cómo ponerlos de manifiesto? ¿saben los niños y niñas como defenderlos?
A continuación, pasamos a comentar algunos de los derechos asertivos que se vuelven imprescindibles de transmitir a nuestros hijos e hijas.
- Derecho a ser tratados con dignidad y respeto
Un niño debe entender a través del trato recibido que es merecedor y digno de respeto; si desde pequeños su entorno les proporciona conductas y actitudes irrespetuosas, su cerebro no asimilará estos comportamientos como inadmisibles
- Derecho a sentir y expresar emociones y opiniones
Los padres y adultos alrededor de un niño que prestan atención y una escucha activa al discurso de los menores transmiten la idea de lo valioso de esta actuación. No se trata de estar de acuerdo con lo que señalan o darles siempre la razón, sino hacerles entender que su opinión y necesidad es considerada por ti al mismo nivel que te gustaría que él la tuviera en valor y respetara.
- Derecho a hacer peticiones
Se nos olvida en ocasiones que poseemos el derecho de pedir lo que deseamos a otras personas, a la vez que debemos recordar que el otro tiene derecho a aceptar o negarse a la petición.
- Derecho a decir “no”
En ocasiones es natural sentirnos culpables al rechazar una petición de alguien o negarnos a algún plan, no obstante, esta culpa no debería dirigir nuestras decisiones y comportamientos. Valora ciertas conductas y actitudes concretas de tu hijo y decide si existe margen entre hacer los deberes el viernes por la tarde o el domingo por la mañana. Marca límites, pero baraja su posición sin hacerle sentir culpable ante una negativa
- Derecho a tomar sus propias decisiones
Mantente atento/a a sus necesidades y preferencias; tu hijo sabe qué película quiere ver, cuándo tiene hambre y si le apetece o no ir al parque o a la playa. Necesita ir explorando estas preferencias bajo tu guía.
- Derecho a disfrutar de los éxitos
¿Reconozco las cualidades y logros de mis hijos/as? ¿Pienso que recordarles lo bien que hacen algo es crear niños/as prepotentes o poco perfeccionistas? En ocasiones tememos reforzar las conductas positivas de los menores, y se nos olvida que esto será tan o más importante que atender a sus defectos o conductas inadecuadas. Debemos transmitirles la importancia de poner de manifiesto nuestros éxitos y virtudes.
- Derecho a decidir qué hacer con su cuerpo y sus propiedades
La educación en este sentido irá encaminada a la consciencia de su propio cuerpo y sus pertenencias; esto es, valora que tu hijo explore su cuerpo, se ensucie entero de barro en el parque e intercambie su juguete con un niño, siempre y cuando no dañe a otros o a sí mismo.
- Derecho a cambiar de opiniones
Otro derecho que se nos olvida y que suele estar muy mal visto de cara a otras personas es el de poder modificar nuestras creencias, necesidades y gustos.
En el caso de los niños/as, será fundamental hacerles llegar la importancia de reconducir sus metas, cambiar de caminos, elegir y dar margen a elegir de nuevo algo diferente… Respeta este cambio en tu hijo/a y guíale hacia la mejora constante.
- Derecho a cometer errores y responsabilizarse de ellos
Nadie se mantiene exento de cometer equivocaciones en la vida, por lo que transmitir esto a los menores se vuelve una tarea ineludible para los papás y profesionales. La clave estará en detectar qué interpretación hacen del error, cómo se enfrentan a él, si reparan el daño en caso de cometerlo, y cómo me predispone a afrontarlo si ocurre de nuevo. Por ejemplo… ¿Qué supone una baja nota en la vida de tu hijo/a? ¿Cómo le ayudamos a interprertarla y actuar consecuentemente?
- Derecho a parar y descansar
Este derecho trae a la mesa la necesidad imperiosa de “no poder con todo”; a pesar de que la sociedad actual promueve la productividad constante y la urgencia de la actividad continua; los niños/as requieren del aprendizaje equilibrado en el que también hay lugar al descanso, a la desconexión y al espacio. Ante ciertos agobios en los niños/as a veces lo más correcto será guiarles a este lugar de pausa; lo más probable que ocurra será que vuelvan con mucha más serenidad y sensatez.
- Derecho a no ser asertiva/o
Por último y el más revelador de los derechos viene a decirnos que también está en nuestra mano determinar qué ocasiones requieren de un estilo de comunicación menos asertivo.
Será un arte educar a nuestros hijos/as en esta decisión. Habrá circunstancias que requieran de un estilo más agresivo, porque otros se estén saltando nuestros derechos; o de un estilo más pasivo o inhibido, porque la persona con la que nos relacionamos no está siendo asertiva, y esto puede llevarnos a conflictos mayores.
Por ello, un niño debe saber que a un tipo que va insultando por la calle y con una actitud violenta, no debemos pedirle directamente ese respeto que merecemos; sino intentar alejarnos lo máximo posible para estar a salvo.
Cada persona y situación será diferente y debemos valorar la forma de comunicarnos más idónea. Lo ideal será poner en marcha mayormente la comunicación asertiva, pero no olvidemos identificar cuándo no hacerlo será lo más estratégico y sensato.
Y está bien no ser asertivo a veces.
En definitiva…
La asertividad se vuelve un reto para cualquier persona, más aún para un niño será un camino a la satisfacción personal y social pues le permitirá expresar sus deseos y límites de forma libre. Una de las claves será manejar primero uno mismo como adulto esta habilidad, ser ejemplo para nuestros hijos/as, y cultivar en ellos de forma gradual ciertas actitudes de respeto a sí mismos y hacia los demás, ayudarles a poner el foco en qué piensan, qué quieren, qué les apetece, qué les hace bien y cómo estamos dándole lugar a todo esto sin pisar a otras personas. Así, los pequeños sabrán alejarse tanto de una voz débil como de una agresiva, situándose en una posición de conocimiento y defensa de su bienestar.
Si estás pensando en cómo fomentar la asertividad en tus hijos/as o en ti, no dudes en contactar con nosotras, en nuestro centro Psilex estaremos encantadas de ayudarte.