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comparaciones

 

Tiempo de lectura: 5 minutos

¿Alguna vez te has comparado con algún/a amigo/a o hermano/a? ¿y con un/a desconocido/a? ¿Quién no se ha comparado en alguna ocasión? ¿y te han comparado a ti con otras personas? ¿Cómo te hizo sentir eso?

 

En los tiempos que corren, las comparaciones son continuas. Mayormente, las comparaciones suelen darse en contextos cotidianos como el colegio o la familia y se acentúan a través de las cada vez más utilizadas redes sociales.

 

¿Por qué me comparo frecuentemente?

A pesar del sufrimiento que conlleva este comportamiento, como el resto de conductas, se mantiene porque cumple una función. En este caso, las comparaciones suelen atender a la función de aliviarnos de manera inmediata ante la búsqueda de carencias y errores. Y así es, solemos poner el foco en aquello que NO poseemos o aquello que no nos agrada de nosotros/as mismos/as de forma que se acentúan nuestros miedos e inseguridades.

 

comparaciones

 

Objetivamente, el problema no se sitúa en lo que los demás “tienen” o en lo que yo “tengo de más” o “no tengo”, sino en cómo me hace sentir eso (generalmente nos sentimos insatisfecho/as).

Pero… ¿tiene sentido compararse?

¿Por qué no debería compararme?

 

  • No son justas. Comparamos lo mejor de otros con lo peor de nosotros mismos.

 

  • No tiene sentido comparar a una persona única y auténtica con cualquier otra persona. Cada uno/a tenemos nuestras habilidades, talentos, experiencias… que solo son tuyas.

 

  • No se pueden medir de manera exacta las virtudes/defectos pues en la mayoría de los casos son subjetivos y sujetos a un canon de belleza socio-cultural cambiante.

 

  • Pierdes con la comparación: tu autoestima se resiente al considerarte a ti mismo en carencia de algo y sumarle a esto una sensación de inferioridad y malestar. Pierdes seguridad en ti mismo y dignidad.

 

  • Exigen una cantidad de tiempo y malestar que no llevan a ningún beneficio pues no te empuja a esforzarte por conseguir aquello que consideras relevante o valioso y nos lleva al auto-sabotaje.

 

 

  • Pueden llevarte a conflictos interpersonales, a problemas con otras personas. Por ejemplo: «al compararnos con amigos pueden ocasionar conflictos o malentendidos».

 

Finalmente, las comparaciones te alejan de otras muchas cosas importantes que tienes por hacer y sí te acercan a la versión que quieres ser.

 

6 Pasos para evitar compararte con los demás

 

1. Identifica la comparación

Aunque parezca sencillo reconocer la comparación, no lo es, pues se trata del hábito de encontrar “virtudes” en los demás que yo no tengo y basar nuestro diálogo interno en estas “carencias” o “errores”. Así, a partir de ahora, podemos  volcar nuestros esfuerzos en dejar de “alimentar” este tipo de pensamientos y poner atención a los aspectos positivos con los que contamos y lo bueno que podemos aportar a nuestro alrededor.

2. Percibe el dolor que te causas a través de la comparación

Reconocer el daño que nos ejercemos cuando sacamos a la luz lo que “no tenemos” o los demás tienen de otra forma, nos hará conscientes de las desventajas de mantener este tipo de diálogo con nosotros mismos, y entender que estamos a tiempo de pausar esto.

3. Pon atención a lo que eres y tienes y menos en lo que te falta

¿de qué forma puedes aportar algo positivo a los demás? La forma de compararnos y el malestar que arrastra esto no es la mejor forma de construir una autoestima sana, por lo que trabajaremos la confianza en nuestras competencias. Esto sí alimentará nuestras virtudes y no nuestras debilidades (como lo hacía la comparación).

 

 

4. Aprende y no compitas

La única competición es con uno/a mismo/a. Al reconocer a través de los demás aquellos aspectos que nos gustaría cambiar, debemos poner el foco en aprender o adquirir lo que deseamos. Tras entender que la perfección no existe y no va asociada al éxito que nos han intentado vender, simplemente queda más cerca aprender que la satisfacción estará en otra dirección distinta.

5. Tolera la imperfección

En línea con el punto anterior, viene la reflexión de trabajar la tolerancia a la imperfección. De esta forma, aunque sintamos malestar al equivocarnos o no lograr lo deseado al cien por cien, debemos tener presente que es el error lo que nos hace humanos. Una actitud favorable ante los fallos nos hará sacar el máximo partido a estas, de forma que cada vez obtengamos mayor aprendizaje y sabiduría.

6. Cuida el uso de redes sociales

Lo que se muestra en redes solo es una versión mejorada de la persona, el lugar perfecto, la perspectiva ideal… en ocasiones deducimos que, por enseñar únicamente buenos momentos, la persona vive alejada del sufrimiento que nosotros sí experimentamos. Pero nada más lejos de la realidad… todos vivenciamos emociones desagradables de las que no solemos presumir en redes sociales.

Por ello, limita la exposición a estos “momentos puntuales de excesiva felicidad y bienestar”.

 

En definitiva, las comparaciones nos sumergen en un bucle de resentimiento, impotencia e inseguridad, lejos  de la oportunidad de aprender, crecer y superarse a uno/a mismo/a.

 

¿Qué ocurre al compararme con los demás?

 

Podríamos destacar los siguientes aspectos que siguen a la comparación constante con otras personas:

 

  • Malestar emocional: infelicidad, enfado, resentimiento, frustración e impotencia, envidia…
  • Disminuye la autoestima
  • Excesiva autoexigencia
  • Dependencia con respecto al otro
  • Afecta a nuestra valía personal, sistema de creencias…
  • Influye en nuestro estado de ánimo
  • Necesidad de criticar a otros
  • Se pierde la capacidad de admirar a los demás

 

 

Por otro lado, se dan ocasiones en que son los demás quienes ejercen la comparación sobre nosotros en relación a otras personas…

 

¿Cómo son las personas que nos comparan?

En general, las personas que realizan comparaciones sobre otras personas poseen una baja inteligencia emocional.

Asimismo, se revela una ausencia de empatía por parte de estos individuos pues no comprenden la esencia única  de la persona. Cada uno de nosotros tiene una serie de valores que guían nuestra vida y nos hacen excepcionales eliminando así la posibilidad más remota de situar a unos seres humanos por encima de otros éticamente hablando. A esto se suma una falta de respeto que se comete al utilizar las comparaciones constantes de forma desigual.

Por tanto, si nuestro objetivo es referenciar la conducta de alguien, no será necesario mencionar a terceras personas. Así mismo, podemos sustituir la comparación por una comunicación más empática. En lugar de decir “Tu hermana es mejor en ballet que tú”, podríamos utilizar una frase con mayor eficacia para el aprendizaje de la persona “puedo ver que en ocasiones el  ballet te cuesta, pero creo que entrenando y esforzándote puedes conseguir lo que te propongas”.

 

¿Qué hacer cuando los otros nos comparan?

 

Ante este tipo de comentarios, será normal sentirse desvalorizado/a y enfadado/a, por lo que debemos aprender a reaccionar ante este tipo de situaciones y protegernos.

  • Será útil responder de forma asertiva sobre cómo te afecta cuando la crítica venga de personas que aprecias.
  • Reconoce tus virtudes y trabaja en construir una autoestima sana, independientemente de los demás. Las comparaciones no tienen justificación.
  • Utiliza la aceptación y compasión hacia ti mismo/a. No olvides que eres único/a y tu valor es incalculable. Acepta y modifica (cuando sea posible) tus debilidades y aprecia y trabaja sobre tus fortalezas.

 

En definitiva, te animamos a practicar la asertividad de forma que pongas límites frente a  la crítica de los demás, ejerzamos una autocrítica saludable y consideremos y defendamos nuestra individualidad.

 

 

¿Te sientes identificad@ con el contenido de este artículo? ¿Crees que tiendes a compararte en exceso? ¿Sueles recibir comparaciones de otras personas?  Contacta  con nosotras, estaremos encantadas de ayudarte.