¿Qué es la dependencia emocional?
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La palabra dependencia significa “cualidad del que está debajo de un poder mayor”.
La persona que sufre una dependencia emocional prioriza, por encima de las demás áreas de su vida, la relación de pareja. Así se entra en una espiral en la que se van perdiendo las amistades (o pasan a un segundo plano, como la familia), va dejando de lado sus hobbies por complacer las necesidades de su pareja, etc.
Existe una necesidad “imperiosa” de pasar el mayor tiempo posible con la pareja, así como la idealización de su persona, sobrevalorando sus habilidades y minimizando al máximo sus errores, incluso una tendencia a excusarlos por parte de la persona con dependencia emocional.
Otra particularidad es la sensación de pánico que se siente ante un posible abandono por parte de la pareja. Cuando se ha dado tanto por alguien hasta el punto de priorizarlo sobre todas las demás áreas de tu vida, la sola anticipación de una posible pérdida es algo que ocasiona mucho sufrimiento para estas personas porque en el fondo su propio concepto de sí mismas y su autoestima está asociada a la persona, perdiendo así la autonomía de su propia vida. Por eso, una persona con dependencia emocional, a menudo, puede aguantar actos y comportamientos muy graves con tal de continuar con la relación porque no pueden ver un sentido de vida sin estas personas.
Y como si de una adicción se tratase, la pareja se convierte en una especie de droga para estas personas, que buscan de manera compulsiva signos de que esa ruptura no vaya a ocurrir: pueden rebuscar entre sus mensajes comentarios cariñosos y afectuosos, pueden mirar repetidamente las redes sociales para saber qué hacen, buscan muestras de cariño y pasar mucho tiempo junto a la persona (de una forma extrema), etc.
Jorge Castelló (1999) afirma que la dependencia emocional es un patrón persistente de necesidades emocionales insatisfechas que se intentan cubrir, de manera desadaptativa, con otras personas.
Pero ¿De dónde provienen estas necesidades insatisfechas?
Quererse a uno mismo es el mantra de nuestra época, pero pocas veces se entiende a qué se refiere.
Quererse a uno mismo es saber protegerse ante las amenazas contra nuestra integridad, poder defender nuestros derechos, consolarnos en los malos momentos, poder aprender de nuestros propios errores, saber valorar nuestro esfuerzo, nuestras habilidades y conocer también nuestras debilidades y aceptarlas. Pero, una persona con dependencia emocional no suele protegerse ante las amenazas, ni los ataques, suele maximizar sus debilidades y quitar importancia a sus capacidades, sus habilidades y también las cosas que hace bien. Tiene una autoexigencia muy tóxica consigo mismo, y se ponen condiciones para quererse, en las que, en muy contadas ocasiones, van a ser suficientes para quererse.
Con este panorama, no es de extrañar, que uno de los mayores miedos en personas que sufren dependencia emocional sea el miedo a la soledad.
¿Quién querría estar consigo mismo cuando uno mismo se considera poco suficiente?
Cuando uno mismo/ una misma no ha aprendido a aceptarse y quererse, necesita de otra “gasolina” para ir tirando. Y esta gasolina es la mirada y la aprobación de los demás, con lo cual, habrá un exceso de foco de atención hacia fuera y muy poco hacia dentro. Esto conlleva comportamientos de subordinación y sumisión hacia la pareja, incluso las personas de alrededor, dónde las personas con dependencia emocional no suelen dar su opinión ni expresas sus prioridades por miedo a ser rechazadas o “abandonadas”.
Pero ¿y si a uno no le han enseñado a quererse?
A menudo, hay personas que viven en ambientes dónde las carencias afectivas suelen estar presentes; la ausencia de cariño, comportamientos de frialdad por parte de los cuidadores o faltas de atención o comprensión, incluso comportamientos maltratantes y hostiles. Pero, ocurre lo mismo si nos vamos al otro extremo (la sobreprotección), dónde la preocupación excesiva por el niño o la niña, así como desvivirse e intentar que no sientan la más mínima frustración puede contribuir a una baja autoestima, baja confianza y sentimientos de inferioridad.
Ya sabemos que la intención de nuestros seres queridos suele ser positiva, aunque a veces, ocurre, que las propias situaciones de la vida, las herramientas que cada uno tiene para afrontarlas y lo que se ha aprendido en el camino, no ayuden en esta situación.
Con todo esto como caldo de cultivo, no podemos olvidar la importante presencia de los mitos del amor romántico que forman parte de nuestra cultura, idealizando así las relaciones con una baja probabilidad de vivir y experimentar un amor más satisfactorio, maduro y sano.
Pero lo importante de todo esto, es que podemos elegir aprender nuevas formas de andar en la vida y también crear nuevos caminos que puedan potenciarnos y permitirnos ser más fieles a nuestros propios valores.
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