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¿Has oído hablar del término Diversidad Funcional? ¿Conoces cómo puede afectar psicológicamente a una persona poseer algún tipo de discapacidad? ¿Consideras que el trato dado a este colectivo es digno y justo? ¿Pueden llegar a verse privadas de ciertos derechos básicos las personas con Diversidad Funcional?
El paso de la Dis-capacidad a la Diversidad Funcional
¿Qué es la Diversidad Funcional? Se trata de la carencia total o parcial de un miembro, o poseer un mecanismo u órgano del cuerpo cuyo funcionamiento es diferente. Desde hace varios años, surge este concepto propuesto por el modelo social que reinventa el término de lo que conocemos como “discapacidad”, defendido por el paradigma médico del siglo XVII.
La definición de este modelo científico clásico y la Organización Mundial de la Salud sobre la “discapacidad” otorga problemas en su estructura corporal, dificultades en sus relaciones sociales y una serie de limitaciones y restricciones en la actividad de la persona. Por el contrario, el modelo social reivindica la pluralidad funcional de los cuerpos más allá de la función estadísticamente habitual.
Destaca entonces cómo el concepto de la “dis-capacidad” crearía numerosos obstáculos económicos, culturales, sociales o actitudinales de forma directa o indirecta en las personas con Diversidad Funcional. Así mismo, al crearse estas barreras u obstáculos, surge una forma de injusticia ejercida hacia este colectivo.
El concepto Diversidad Funcional aporta una visión igualitaria de todos sus miembros sosteniendo que todas y cada una de las personas posee una serie de habilidades, capacidades y funcionalidades diversas entre sí. En definitiva, este concepto cada vez más asentado en la sociedad actual pretende combatir el fenómeno de exclusión socia de la “dis-capacidad”.
La estigmatización de la Diversidad Funcional
La desvalorización social de la forma de vida de una persona o grupo es una forma de humillación moral. Hablamos de una injusticia en la que se degrada el valor social de determinadas formas de actuar en este colectivo. En otras palabras, el ataque consiste en ridiculizar o infravalorar las capacidades y el modo de vida de la persona, restándole importancia para la comunidad en la que el individuo forma parte.
Como consecuencia de esto, el individuo no percibe sus cualidades específicas como valoradas o apreciadas, deja de identificarse con ellas y se produce un daño en su autoestima, perjudicando a la identidad de la persona.
Esto es lo que se denomina estigmatización a través de la desvalorización social que sufren las personas con base en la relación consigo mismas y su amor propio.
Es necesario mencionar el freno ejercido en la libertad de la persona que supone el fenómeno de la estigmatización, pues además de la presión externa, la persona experimenta un bloqueo interno que repercute negativamente en su bienestar psicológico.
La invisibilización de la Diversidad Funcional
Entendemos por invisibilización la ausencia de un reconocimiento adecuado. En el caso de las personas con Diversidad Funcional suelen recibir determinadas formas de desprecio que cancelan la función física/ intelectual que tendrían en la interacción social, laboral, personal y familiar.
Este colectivo es objeto de numerosas observaciones y juicios hasta el punto en el que suelen transformarse en personas ignoradas o anuladas, debido a su invisibilización.
En el caso de dificultades de aprendizaje, estas personas reciben la etiqueta de “niños perpetuos”, siendo ciertos profesionales quienes acogen también este trato. Por tanto, el error se situaría, no tanto en el conocimiento del individuo, sino en el “reconocimiento”.
Por todo ello, debemos mencionar el carácter inmoral de este tipo de menosprecio social pues al volver invisibles a estos seres humanos estamos negando su dignidad, rechazando la igualdad de poseer los mismos derechos que el resto de personas y tratándoles como moralmente menos valiosos.
La cosificación de la Diversidad Funcional
El fenómeno de la cosificación supone cambiar la óptica de seres humanos a cosas en la interacción social. El hecho de no considerar el conocimiento y el previo reconocimiento del otro lleva consigo la conversión del ser humano hacia un objeto, esto es, el trato recibido es de un objeto observable cuya emoción y emocionalidad no es tenido en consideración; en otras palabras, existiría una ausencia de conexión afectiva con el otro.
Otra forma de cosificación sería el olvido de los derechos y la dignidad de la persona, ejerciendo entonces una finalidad instrumental. Hablamos del fenómeno contrario al empoderamiento de sus habilidades personales como miembros de una sociedad en la que merecen una participación activa y no una relevación al plano pasivo en la que son únicamente “observados”. De esta forma, se priva a la persona de la ejecución de su autonomía privada y pasa a ser objeto de decisiones públicas.
Autoestima y Diversidad Funcional
¿Cómo puede verse afectada la autoestima de las personas con Diversidad Funcional?
El hecho de poseer algún tipo de Diversidad Funcional ya supone cambios radicales en la calidad de vida de la persona, ya que se ven afectadas casi la totalidad de las áreas de su vida.
La autoestima es considerada la base sobre la que se desarrollan adecuadamente las relaciones interpersonales, el aprendizaje o la responsabilidad, y en el caso de las personas con Diversidad funcional, el papel que juega el aprecio a uno mismo será fundamental para su vida profesional, familiar, personal y social.
La autoestima se conforma del autoconcepto, siendo este la o idea que cada persona posee de sí mismo/a; en definitiva, el autoconcepto sería “la persona que creemos ser”. En esta línea, es imprescindible mencionar otro componente que conforma el autoconcepto, se trata del feedback o información que recibimos por parte del entorno, de las personas con las que interactuamos y del resultado de nuestras actividades.
Como hemos analizado, en el caso de las personas con Diversidad Funcional, existen demasiadas ocasiones en las que este feedback no solo no es positivo, sino que infravalora enormemente sus capacidades y su proceso de mejora, su esquema corporal, sus aptitudes y actitudes, su motivación…
En definitiva, poseer algún tipo de Diversidad Funcional se transforma en una etiqueta que pesará para el resto de sus vidas pues la imagen de la persona siempre se situará lejos de la norma que promueve y desea la sociedad.
Por todo esto, se vuelve fundamental reeducar en un contexto y unas normas sociales que envuelven el paradigma de la “dis-capacidad”. El fin será convivir con individuos cuyo autoconcepto y autoestima sean un reflejo de la realidad (inspirados en aumentar su nivel de confianza), y no un reflejo de las barreras creadas por una sociedad inmoral e injusta.
Conclusión
Tras todo lo analizado, observamos como un cambio de término trae consigo un sustancial cambio de paradigma hacia el reconocimiento de los seres humanos más allá de la pluralidad funcional que poseamos.
Se hace imprescindible reivindicar el trato justo y la inclusión confirmando y reafirmando la dignidad de las personas con Diversidad Funcional como miembros plenos en una sociedad política y moral.
Son demasiadas los obstáculos que encontramos en nuestros caminos como para sumar más barreras humanas a través de la estigmatización, invisibilización o la cosificación ejercida hacia este colectivo. Es necesario entender la urgencia de eliminar estas barreras a través de la concienciación, la sensibilización y la empatía que requieren un trato justo como ciudadanos.
¿Podemos ayudarte en relación a las barreras que suponen la Diversidad Funcional? Contacta con Clínica Psilex, estaremos encantadas de ayudarte.