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¿Te has preguntado alguna vez por qué reaccionas de cierta manera en tus relaciones? ¿O por qué, ante determinadas emociones, sientes un bloqueo o un impulso que no sabes cómo gestionar? Puede que la respuesta esté en un modelo psicológico llamado el triángulo de Malan. Hoy te contamos en qué consiste, cómo puede ayudarte a comprenderte mejor y por qué es tan útil en psicoterapia.

¿Qué es el triángulo de Malan?

El triángulo de Malan es una herramienta desarrollada por el psiquiatra británico David Malan dentro del campo de la psicoterapia dinámica breve. Aunque suena muy técnico, su utilidad es sorprendentemente práctica y clara: ayuda a entender cómo nuestras emociones, relaciones pasadas y comportamientos presentes están conectados.

Este modelo se representa con un triángulo dividido en tres vértices:
● Emociones ocultas (sentimientos reales)
● Defensas psicológicas
● Relaciones actuales y pasadas

El objetivo de utilizar este triángulo en terapia es ayudar a la persona a identificar emociones profundas —a menudo reprimidas o no reconocidas— y entender cómo estas influyen en sus comportamientos y relaciones actuales. Así, se facilita un proceso de toma de conciencia, transformación emocional y mejora de las relaciones interpersonales.

Vértice 1: Emociones ocultas o verdaderos sentimientos

Este vértice hace referencia a las emociones auténticas que muchas veces no mostramos o incluso evitamos sentir. Pueden ser tristeza, rabia, miedo, amor, culpa… emociones que surgen de experiencias vividas, sobre todo en la infancia, y que han sido reprimidas o distorsionadas para protegernos del dolor o del rechazo.

Estas emociones pueden estar relacionadas con heridas antiguas: una figura de apego que no estuvo disponible, una pérdida no elaborada, un conflicto no expresado… Aunque no siempre somos conscientes de ellas, siguen vivas dentro de nosotros y tienden a salir de forma indirecta o enmascarada.

Ejemplo: Imagina que cada vez que alguien se muestra cercano contigo, sientes ansiedad o necesidad de alejarte. Es posible que haya una emoción oculta como el miedo al abandono o
a la pérdida, que no estás reconociendo conscientemente.

Vértice 2: Defensas psicológicas

Las defensas son estrategias inconscientes que desarrollamos para no sentir esas emociones que consideramos demasiado dolorosas, vergonzosas o peligrosas. No son malas, de hecho, tienen una función protectora. El problema aparece cuando se vuelven rígidas o desadaptativas, interfiriendo en nuestras relaciones y bienestar emocional.

Algunas defensas comunes pueden ser:
● El perfeccionismo, como forma de evitar sentirse insuficiente.
● La ironía o el humor excesivo, para evitar mostrar vulnerabilidad.
● El aislamiento emocional, como mecanismo para no sentir dolor.
● El control, como forma de evitar la incertidumbre o el miedo al rechazo.

Ejemplo: Si cada vez que alguien te critica, respondes con sarcasmo o te pones a la defensiva, puede que estés protegiéndote de una emoción de inseguridad o vergüenza que no sabes cómo gestionar directamente.

Vértice 3: Relaciones actuales y pasadas

Este vértice hace referencia al contexto relacional en el que esas emociones y defensas se han ido configurando. Las primeras relaciones significativas —normalmente con nuestros padres, cuidadores u otras figuras importantes— moldean cómo entendemos el mundo emocional y cómo nos relacionamos con los demás.

Muchas veces, los patrones que aprendimos en esas primeras relaciones se repiten en la adultez, aunque las circunstancias hayan cambiado. Esto se llama transferencia, y es una de las claves que el triángulo de Malan ayuda a explorar.

Ejemplo: Si en tu infancia sentías que tenías que portarte “perfectamente” para recibir afecto, puede que hoy, de forma inconsciente, repitas ese patrón en tus relaciones de pareja o de trabajo, temiendo que si te muestras tal cual eres, no te acepten.

¿Cómo se utiliza el triángulo de Malan en terapia?

Los psicólogos y psicoterapeutas emplean el triángulo de Malan como una guía para explorar contigo qué hay detrás de tus síntomas o dificultades emocionales. No se trata solo de hablar del pasado, sino de ver cómo ese pasado sigue influyendo en tu presente y, sobre todo, de desbloquear emociones que quedaron congeladas en algún momento de tu historia.

Trabajar con este modelo en terapia ayuda a:
● Identificar defensas que ya no funcionan.
● Recuperar el contacto con las emociones reales.
● Entender cómo tus relaciones actuales reflejan vínculos pasados.
● Liberarte de patrones repetitivos que causan malestar.

Lo interesante es que, a medida que se hace consciente este triángulo en la vida de una persona, muchas cosas empiezan a cambiar. Se mejora la gestión emocional, se reducen síntomas de ansiedad, depresión o conflictos interpersonales, y se gana autenticidad y libertad personal.

triángulo

¿Por qué es útil para los pacientes?

Aunque el triángulo de Malan surge del ámbito clínico, su valor va mucho más allá. Nos ofrece un mapa sencillo pero profundo para entendernos mejor a nosotros mismos y nuestras relaciones. Incluso sin estar en terapia, podemos empezar a observar:
● ¿Qué siento de verdad, aunque me cueste reconocerlo?
● ¿Cómo suelo defenderme del malestar emocional?
● ¿Qué patrones relacionales se repiten en mi vida?

Estas preguntas, si se exploran con curiosidad (y sin juicio), pueden ser el inicio de una transformación emocional poderosa.

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Conclusión

Un camino hacia el autoconocimiento. El triángulo de Malan es una brújula emocional. Nos ayuda a orientarnos cuando sentimos que repetimos historias, que nuestras emociones nos desbordan o que nuestras relaciones no fluyen como quisiéramos. A través de él, podemos reconectar con lo que sentimos de verdad, soltar defensas que ya no nos sirven y comprender el origen de nuestros vínculos.

En nuestro gabinete de Psicología creemos en el poder del autoconocimiento como base para el cambio. Si te has sentido identificado con lo que has leído, puede ser el momento perfecto para iniciar tu proceso terapéutico. Estaremos encantados de acompañarte en este viaje hacia ti.

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