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Todos hemos oído hablar de la famosa “Fuerza de voluntad” de cara a perseguir numerosas metas a lo largo de nuestras vidas. De hecho, ahora llega el verano e… ¿irremediablemente debemos “tirar la toalla” en la playa y dejarnos dominar por la pereza? ¿Y si tenemos ciertos objetivos por alcanzar que no nos permiten estas vacaciones que tanto deseamos/necesitamos? (como pueden ser oposiciones, preparaciones físicas, campeonatos…).
La respuesta a esta pregunta radica en un gran “Depende”. Este artículo quiere transmitir qué papel representan esas “ganas” que nos empujan o Fuerza de voluntad, y cómo adquirirla y entrenarla con ayuda de ciertas claves.
En primer lugar, la fuerza de voluntad… ¿se tiene o se entrena?
¿Has escuchado la mítica frase “es que yo no tengo fuerza de voluntad”? En ocasiones, la meta que perseguimos se caracteriza por su dificultad o por obtener la recompensa en un futuro y no de manera inmediata. Algunos ejemplos pueden ser sacarse el carnet de conducir, dejar de fumar, apuntarse al gimnasio, unos estudios universitarios, o dejar de morderse las uñas entre otros.
Es importante el hacer hincapié en que la fuerza de voluntad no se tiene de manera interna o genética. Hablamos de una capacidad, al igual que la puntualidad, el respeto o la comprensión y, por tanto, se puede aprender y entrenar.
¿Qué entendemos por fuerza de voluntad?
La Fuerza de voluntad se define como la capacidad de perseverar en ciertas metas o actividades de cierta dificultad cuyas consecuencias positivas no son inmediatas, sino que se recibirán en el futuro.
Es por esto que, se establece una lucha entre obtener las consecuencias del momento o poner el esfuerzo en unos beneficios que vendrán próximamente. Esto nos ayuda a entender la aparición de las conductas de procrastinación, y es en este momento cuando desaparece la “fuerza de voluntad”.
De esta forma, la pieza fundamental se situará en detectar qué se da en aquellas personas que sí son capaces de persistir sobre sus objetivos.
En definitiva, en estos casos se han dado las condiciones oportunas para que la persona pueda recibir las consecuencias positivas de persistir en lugar de desistir, y les merece la pena esforzarse por conseguirlas. Para ello, se ha vencido la pereza del inicio y se han ido obteniendo recompensas que alentaban a continuar.
7 claves para entrenar tu fuerza de voluntad
Para entrenar tu fuerza de voluntad es fundamental que tengas en cuenta la siguientes recomendaciones:
- Crea objetivos realistas y específicos
- Se consciente de cada paso, poco a poco llegarás a la meta
- Póntelo fácil a través de pequeñas ayudas
- Trae al presente los logros futuros imaginándolos, pronto se irán viendo los resultados
- Procura disfrutar y sentirte satisfecho/a
- No olvides darte ciertas recompensas
- Haz partícipes a tu círculo social de este proceso
A continuación, pasamos a comentar ciertos pasos para mejorar tu fuerza de voluntad:
- Será fundamental tener en mente las consecuencias futuras de nuestras conductas actuales que requieren esfuerzo. Por ejemplo, será muy útil imaginarnos con el físico que queremos lograr, teniendo el título al que nos hemos matriculado, esas manos con uñas largas y bonitas… Esta exposición en la imaginación nos acercará a experimentar en primera persona los beneficios reales que tanto deseamos. Se vencerá así la pereza inicial que trae consigo una conducta mucho menos costosa y de alivio inmediato como, por ejemplo, quedarse en el sofá y no entrenar, no estudiar, fumar…Una vez avances, recuerda esas consecuencias, ya que tener una lista de los motivos que te empujan puede ayudarte mucho en los momentos de desánimo o vagancia.
- Establecimiento de una rutina. Una vez adquirimos el hábito, nuestro cuerpo y mente en cierta forma se “automatizan” y requieren de menor esfuerzo para realizarla, por lo que nos será más fácil ir al gimnasio a la misma hora o añadir cierto porcentaje de verdura en nuestros platos. Es cuando “la máquina está arrancada”, o “empezamos a andar el camino” cuando se facilita la persecución de nuestros objetivos, ya que se crea el hábito.
- Utilizar el contexto a nuestro favor. Esto es, ayudarnos de ciertos factores externos para hacer la tarea. Algunos ejemplos pueden ser: ponerse la ropa de entrenar desde temprano, utilizar recordatorios o alarmas, hacer la tarea en un momento o lugar lo más sencillo para facilitar la acción…
- Progresa gradualmente. Entender que al inicio el nivel de exigencia debe ser menor, para ir aumentándolo a medida que se avanza en el tiempo y en los logros obtenidos, será fundamental para que el esfuerzo sea mucho más fácil de sobrellevar.
- Una vez te hayas planificado… Llévalo a la acción. Una vez se asume que no existe el momento adecuado para empezar, se nos hace mucho más accesible actuar. Pues no se trata de esperar a que las ganas te muevan, sino que suele ser al revés, las ganas aparecen cuando se van consiguiendo nuestros objetivos.
- La insistencia será una pieza clave. Será antes de lo que esperas cuando percibas los primeros resultados.
- Prémiate por los pequeños pasos. Identifica los avances en tu camino hacia la meta y siéntete responsable pues esos logros son mérito tuyo. Recompénsate después de tus esfuerzos con algo que te haga disfrutar o te relaje.
Te animamos a que persistas en el tiempo con alguna actividad de dificultad media y descubras los beneficios que obtienes con su práctica. Acompáñalo de pequeños premios o halagos a ti mismo/a y recuérdate lo valioso de tu actuación 😊
¿Cómo deben ser los objetivos marcados?
Para alcanzar nuestros objetivos y mejorar nuestra fuerza de voluntad, será necesario conocer algunas de las características que deben poseer las metas que perseguimos:
- Objetivos a corto plazo: esto hará que gradualmente vayamos saboreando nuestra meta, encontrando satisfacción en el camino.
- Objetivos realistas: en caso de marcar objetivos demasiado grandes, se volverán muy difíciles de alcanzar. Póntelo fácil.
- Objetivos concretos: sé específico descomponiendo objetivos grandes en otros más asumibles.
¿Qué papel juega la motivación?
Tras todo esto… se vuelve imprescindible mencionar la motivación como el entusiasmo, esfuerzo, disciplina, o persistencia que ponemos en nuestras tareas. De nuevo observamos como el término se compone de capacidades, como algo aprendido y no como algo que se tiene o no se tiene, ni se nace con ello, ni es algo que nunca lograremos.
Veámoslo con un sencillo ejemplo:
La motivación no es la causa de que nos levantemos del sofá y hagamos deporte, la motivación vendrá a raíz de experimentar el valor del refuerzo que anticipamos sobre la realización de nuestra conducta, esto es, tener el cuerpo que deseamos (si lo hacemos por razones estéticas), despejar mi mente (si lo que deseamos es desconectar del estrés del día), sentirnos sanos y fuertes (si lo que intento es cuidar mi salud y forma física), ganar el torneo de fútbol (en caso de estar preparándome físicamente para esa competición), y un largo etcétera.
Como vemos, la causa de comportarnos de cierta manera será diferente para cada individuo según sus necesidades. Por ello, hablar de algún tipo de motivación requiere entender el contexto de la persona y las consecuencias que obtendrá con su conducta.
En ocasiones, la conducta también podrá estar motivada por el valor del castigo. En nuestro ejemplo podría ser no querer engordar, no seguir estresado/a al final del día, no tener probabilidades para sufrir una enfermedad cardíaca, dar la talla para el torneo de fútbol…
Asimismo, habría otros factores (internos o externos) que pueden estar guiando nuestra conducta. Hablamos de condiciones previas que pueden aparecer, por ejemplo el deseo de hacer deporte aumenta en el típico caso de llevar un mes con un esguince (la cantidad de horas en reposo, encerrado/a en casa, hará que deseemos en mayor medida hacer deporte).Por el contrario, la condición de acabar de comer y estar realizando la digestión, dificulta las “ganas” de llevar a cabo inminentemente la práctica de deporte.
Conclusión
La fuerza de voluntad o la motivación no se tienen sin más, sino que se trata de capacidades que pueden obtenerse y entrenarse. Van a depender de determinadas variables tanto internas como externas que faciliten y expliquen su aparición y mantenimiento. Esto nos da las herramientas para ejecutar cambios en el contexto o en uno/a mismo/a y desarrollar esta “fuerza de voluntad” y que nos “sintamos motivados”.
En consulta, los psicólogos nos encargamos de trabajar en la mejora de la fuerza de voluntad y en motivar a la persona en la realización de conductas prototerapéuticas con base en los objetivos que nos marcamos de manera consensuada.
¿Quieres saber más sobre cómo sacarle potencial a tu Fuerza de voluntad? ¿Te surgen algunas dudas sobre cómo llevar a cabo estos cambios que facilitan la consecución de tus metas? Contacta con Clínica Psilex, estaremos encantadas de ayudarte.