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Parar, tomar aire y respirar

La cultura popular está llena de dichos y refranes que guardan una gran sabiduría, frases como “hablar con la almohada” o “me pilló en caliente” pueden ser un buen resumen de lo que significa la reflexión y la capacidad comprensora que guarda dentro de ella.

reflexión

El ya famoso “hablar con la almohada” significa tomarme el tiempo necesario para valorar los pros y contra de tomar una decisión. Por el contrario, el “me pilló en caliente” nos lleva al otro extremo de este continuo, el de no paré ni respiré antes de tomar esta u otra decisión, es decir, tomar decisiones de manera automática sin pararnos (reflexión) a valorar cómo puede afectarnos y cómo puede afectar a los demás.

Ya sabemos que, es fundamental, poder comprender nuestras emociones e interpretaciones, pero de igual forma lo es poder tener una visión realista sobre lo que otra persona puede estar pensando o sintiendo y del porqué de sus actuaciones. Tanto si damos por sentado lo que otra persona piensa como si vamos totalmente a ciegas sin tener ligeras evidencias, podemos llegar a cometer errores a la hora de interpretar y gestionar nuestras relaciones con los demás.

Para relacionarnos con los demás de forma adaptativa y productiva es indispensable tener algunos elementos en cuenta sobre la reflexión.

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  1. No somos mentalistas: para fomentar la reflexión no podemos abrir el cerebro de la persona para saber qué está pensando ni adivinar sus interpretaciones. Si nos decimos cosas como “tengo mucha intuición y siempre sé por dónde van las personas” o “yo sé que está pensando esa persona perfectamente” es muy probable que caigamos en la trampa de proyectar nuestros propios mecanismos mentales en los demás o la manera en la que nosotros interpretamos como si fueran ellos, lo cual nos llevaría a conclusiones rápidas (algo muy relacionado con el mecanismo de Economía Cognitiva; básicamente un mecanismo por el cual el cerebro se deja arrastrar fácilmente para preservar y ahorrar energía mental como modo de supervivencia, algo así como quedarme en la superficie y no utilizar la reflexión). En la otra dirección ocurre igual, los demás tampoco tienen telepatía, no tienen por qué saber lo que pensamos y sentimos ni el por qué nos sentimos así. Hay muchas veces, que estamos esperando a que nos vean diferentes gestos de cara o cuerpo para interpretar exactamente cómo nos sentimos sin expresar una sola palabra, y efectivamente, les estamos pidiendo demasiado. Esto no significa que haya una falta de afecto o interés por su parte (en la gran mayoría de casos), sino que necesitan información para entender qué ocurre o por qué situación delicada estamos pasando.
  2. La historia de héroes y villanos: una cosa es poder identificar lo que no nos hace bien o lo que es dañino y otra poner una etiqueta a la otra persona por una conducta en concreto, como “es mala persona” o “es un desastre”. En este proceso mental polarizado actúa muy bien la ya nombrada Economía cognitiva, en este caso, lo hace utilizando términos absolutos y extremos que no nos permiten ver o visualizar diferentes matices en la escala de colores. Esto solo promueve la idea de pensar de manera simplista sobre los demás cuando realmente somos más bien bastante complejos. Cuando descalificamos por completo a alguien que nos ha podido herir con su comportamiento o palabras, hay una parte de nosotros que intenta evitar el dolor que nos ha producido por ser una persona importante para nosotros a nivel emocional. Si colocamos a esa persona en una categoría infrahumana (“es un monstruo”, “es una loca”) nos ayuda a no conectar con el dolor. Entender y hacer una breve reflexión sobre cómo funciona el otro nos puede ayudar a protegernos de futuros daños con personas similares.
  3. Mismo comportamiento, distintos porqués: que una persona tenga una conducta concreta no quiere decir que tengo un mismo porqué. Por ejemplo, un amigo puede hablar menos de lo “normal” con nosotros por algo que le haya molestado, por otros problemas de su vida que lo mantienen centrado en eso, porque tiene más carga de trabajo y le queda menos tiempo para relacionarse y prefiere tomarlo para descansar, etc. La lista puede ser larga. Sin embargo, muchas veces, nos enfocamos en una sola y no nos damos cuenta que estamos limitando nuestra capacidad comprensora y de reflexión.
  4. Una situación, distintas realidades: hacer una reflexión y tener en cuenta el punto de vista de otras personas sobre algún suceso, tema o problemática no quiere decir que estemos de acuerdo con esa perspectiva. Sino que nos ayuda a entender desde que posición está interpretando la otra persona el problema. A menudo, intentamos resolver un problema compitiendo por ver quién tiene razón, cuando realmente la razón es algo subjetivo que depende mucho de cómo se esté mirando y solo nos ayuda a entrar en una competición por ver quién gana. Valorar el punto de vista de la otra persona nos puede dar la posibilidad de buscar estrategias más efectivas para llegar a un acuerdo o comprender mejor a la otra persona.
  5. Lo sano de cambiar de opinión: la flexibilidad mental es uno de los factores que ayudan en una buena salud mental y emocional. Poder flexibilizar en nuestros pensamientos e ideas nos proporciona dinamismos y capacidad de adaptarnos a lo cambiante de la vida. Es muy sano estar dispuestos a cuestionarnos y dedicar tiempo a hacer una reflexión sobre lo que pensamos, incluso ampliar y modificar nuestra perspectiva. Escuchar otras opiniones, entender otras posturas nos puede enriquecer bastante sobre la visión que tenemos del mundo, sin la necesidad de ganar una discusión, sino más de llegar a un acuerdo y equilibrio.

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Estas son algunas de las estrategias que nos pueden ayudar en la relación tanto con nosotros mismos como con los demás a través de la reflexión.

Todas ellas tienen algo en común: la curiosidad. La curiosidad es una herramienta que nos ayuda a estar abiertos a otras posturas y percepciones, entendiendo que de la misma manera que la vida cambia, nosotros también. No es cambiar constantemente nuestra forma de pensar, sino más bien, no aferrarnos a nuestras ideas como verdades absolutas, simplemente permitirnos dudar y hacer una profunda reflexión.

Si quieres conocer y aprender cómo relacionarte mejor no dudes en contactar con nosotras, estaremos encantadas de ayudarte.