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sufrimiento

 

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En el Día de la Mujer, hoy 8 de marzo, nos gustaría celebrar la fuerza que está cobrando la constante lucha a favor de la igualdad entre hombres y mujeres, además de la valentía manifiesta a través del mayor número de denuncias de acoso, diferencia salarial, mayor carga de cuidado doméstico y de los hijos, techos de cristal y un largo etcétera.

Sin embargo, hoy consideramos como tema prioritario hablar sobre un fenómeno demasiado extendido en nuestra sociedad, la violencia ejercida contra la mujer en sus diversas formas junto al elevado nivel de sufrimiento experimentado por las víctimas.

Es por ello que surge la necesidad de visibilizar las repercusiones a nivel de salud mental que representa el ser víctima de violencia de género y de cualquier otro tipo de abuso, acoso o violencia. A esto decidimos añadir ciertas recomendaciones a la hora de relacionarnos con las personas que han sido expuestas a este tipo de vivencias desgarradoras y una reflexión final.

En primer lugar, se entiende por “víctima” cualquier persona que ha sufrido un malestar psicológico en consecuencia de un daño intencionado que ha generado otra persona.

 

Consecuencias para la víctima de un acontecimiento traumático

Por lo general, las consecuencias que sufren las personas víctimas afectan a todas las áreas de su vida (emocional, social, académica o laboral, familiar, personal). Cada persona vivencia de manera particular esta sintomatología, siendo las manifestaciones clínicas muy variadas de una persona a otra.

A nivel cognitivo:

En ocasiones, algunas personas pueden llegar a interpretar lo sucedido de una manera positiva, aportándole a la vivencia un significado enriquecedor para sus vidas.

No obstante, lo que podemos observar con mayor frecuencia son personas totalmente desbordadas por los acontecimientos vividos, al tratarse de una situación desgarradora para la que es realmente difícil estar preparada psicológicamente en la gestión del suceso.

Podríamos mencionar diversas variables que influyen en la respuesta de la víctima en el momento posterior a sufrir este evento tan dañino.

En un primer momento la persona realiza una primera evaluación, donde se clarifica el significado de esa situación en términos de situación estresante, controlable, cambiable, negativa o irrelevante.

Por tanto, se intenta clarificar la naturaleza de la situación, y sólo si la persona infiere que se trata de una situación estresante, es cuando se daría paso a una evaluación de tipo secundario.

Una evaluación secundaria se caracteriza por una reconsideración de los propios recursos disponibles para afrontar la situación, por lo que está orientada a encontrar las estrategias que puedan ayudar a la persona a superarla de la mejor manera posible.

De esta forma, la persona sufrirá estrés porque, sumado a la situación estresante vivida, la evaluación secundaria le hace percibir sus recursos de afrontamiento de la situación como insuficientes.

Tras esta evaluación secundaria, la persona pondría en marcha los recursos pertinentes, los cuales pueden estar centrados en el problema, actuando para cambiar el ambiente, o los cuales pueden estar centrados en la emoción, actuando para gestionar las emociones desagradables desencadenadas de la situación estresante.

Por último, la persona realizaría una evaluación terciaria, donde se produce una búsqueda de retroalimentación sobre la evaluación primaria y secundaria, con el fin de poder realizar mejorías y corregir posibles fallos.

 

A nivel emocional

 

 

Por lo general, tras haber sufrido un acontecimiento extremadamente negativo para la persona, las consecuencias sufridas no son solamente las relativas al hecho en sí, sino que, se producen cambios en la personalidad del individuo.

Se muestran con gran frecuencia sentimientos de indefensión y desesperanza, que generan una dificultad a la hora de adaptarse a la vuelta a la normalidad, las consecuencias y problemas derivados en todas las áreas de la vida de la persona. En definitiva, destaca una elevada sintomatología de ansiedad. 

Aunque alguien que ha vivido un acontecimiento traumático lidiará con este hecho a lo largo de su vida, es importante intentar a la mayor brevedad que esa persona deje de percibirse como una víctima, trabajando sobre su identidad como un medio de volver a recuperar la plenitud y la satisfacción de su vida.

 

A estos efectos, sería necesario añadir las consecuencias en el ámbito social, familiar, académico o laboral y físico.

 

En definitiva, las consecuencias experimentadas por las personas que han sufrido un acontecimiento traumático tienen gran repercusión para su vida, de manera que es fundamental dar una respuesta acorde por parte de las personas que, tanto en un primer momento como en el consecución del tiempo a posteriori, atienden la situación con la profesionalidad requerida a la gravedad del fenómeno.

 

¿Qué podemos hacer al relacionarnos con mujeres víctimas?

 

 

Algunas pautas que benefician la relación con las víctimas de cualquier tipo de violencia hacia la mujer se recogen a continuación:

– Escucha activa

Es importante que la persona se sienta escuchada, poniendo especial interés tanto al lenguaje verbal como al lenguaje no verbal.

– No juzgar

Se pide que se validen los sentimientos de la víctima, no haciéndola sentir incomprendida. El sentimiento de culpa es el primero en aparecer, por lo que hay que poner especial cuidado en verbalizaciones de autoinculpación por parte de la víctima.

– Informarse sobre lo que la víctima necesita

Es posible que la víctima se encuentre con gran preocupación o urgencia ante ciertas labores que han quedado desatendidas. Lo mejor en estos casos será preguntar abiertamente “¿qué podemos hacer por ti?”, “estoy aquí para ayudarte en lo que necesites”.

– Apoyar

Será fundamental reflejar un estado de apoyo incondicional a la víctima de forma que se sienta en un espacio seguro. En ocasiones, no son necesarias las palabras, simplemente permanecer cerca de la víctima, abrazarla.

– Mostrar empatía

Consiste en expresar a través del lenguaje verbal y no verbal la capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona, entendiendo el contexto que rodea al individuo. Pueden ayudar frases del estilo “entiendo que te sientas así”, “me imagino que esta situación ha tenido que ser muy difícil para ti”.

 

¿Hacia dónde deseamos caminar?

 

Por último, como reflexión final no podemos olvidar algunos de los objetivos que, como sociedad, debemos perseguir para fomentar la igualdad de oportunidad entre hombres y mujeres:

  • Promover la participación femenina en espacios públicos
  • Elaboración de políticas educativas desde la infancia de índole afectivo-sexual
  • Respetar la diversidad de identidades de género y orientaciones sexuales
  • Dignificar las labores domésticas
  • Eliminar techos de cristal, articulando el camino de la mujer hacia el poder
  • Igualación salarial entre población masculina y femenina
  • Erradicar la violencia en sus diversas formas

 

En Clínica de Psicología Psilex contamos con profesionales especializadas en violencia de género. Contacta  con nosotras, estaremos encantadas de ayudarte.